PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - DOMINGO, 20 DE JUNIO DE 2010

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

La juventud


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Creo que hay que ir desterrando ese “san benito” que, desde hace años se viene dando, respecto a la juventud, de que carece de responsabilidad, en sus actuaciones.

A medida que van pasando los años, y cuando, por razón de edad, debiera parecer que me encuentro más alejado de los ideales y de las formas de actuar de los jóvenes, voy descubriendo, cada día, que la sensatez está en el fondo de los jóvenes y que el hecho de que no vean un futuro muy claro, a cada instante, para sus aspiraciones, les hace valorar más y más todo lo que se les apoye en sus aspiraciones y en todo lo que se les encarrile para su futuro.

Los finales de curso, y de esto debo saber algo por los 41 años que llevo impartiendo clase en centros públicos, han sido, a lo largo de la historia, un paño de lágrimas para muchos, especialmente, cuando las calificaciones no eran buenas.

Hoy, posiblemente, esas lágrimas se quedan en su justo sitio y una gran parte lo que hace es fijarse en el “como” y el “por qué” de esos resultados finales.

La sociedad ha cambiado para todos y si en los mayores ya no se piensa en ir a la fiesta del pueblo con camisa “terlenka” o con el último grito del lujo, para acudir casi con la ropa del trabajo, los jóvenes miran hacia adelante y, a pesar del negro túnel que se les presenta para abrirse camino, son capaces de traspasar ese túnel y ponerse a competir con cualquiera.

Y es que un joven de hoy no piensa, para nada, en el apellido del que tiene a su lado, con lo que un López, un Sánchez, Martínez o Blázquez es capaz de mirar de tú a tú a cualquiera de esos apellidos rimbombantes, que en mis años jóvenes nos dejaban perplejos, aunque sólo fuera por lo largos que eran y siguen siendo.

Debo advertir que estoy hablando de jóvenes, no de niños, y de jóvenes que quieren superarse, no de niñatos que buscan el camino más fácil, aunque no el más correcto.

Los jóvenes a los que me refiero son aquellos que van a las aulas o cruzan los pasillos con sensatez, los niñatos son los que llenan las aulas o alborotan los pasillos, porque una normativa les manda ir ahí, pero ellos están deseando coger otro camino más lucrativo y con menos responsabilidades. Esto debe quedar claro y perfectamente marcado y diseñado.

Y esta claridad hay que afirmarla cuando compruebas, yo lo estoy comprobando, que la normalidad no es ni la mayoría aplastante, ni una minoría selecta. La normalidad la encontramos en los que saben que van a formarse, para las etapas siguientes, para marcar su futuro por ellos mismos y sin sobresaltos posteriores.

Hace un par de días, yo recibí una de las alegrías más grandes de mi, ya larga, carrera profesional, cuando un curso, primero de Bachillerato, en el que hay chavales de sobresaliente, notables y aprobados ramplones, quedaban conmigo, a la última hora del viernes, la última clase lectiva del curso y me entregaban un obsequio, sentido, valiosísimo para mí, con esta nota:” De todos sus alumnos de primero de Bachillerato D, por enseñarnos a ser mejores alumnos y mejores personas. Nos llevamos un recuerdo muy bonito de usted. Gracias”.

Las gracias, lo digo de verdad, debo darlas yo, por haber tenido la suerte de impartir clase a unos jóvenes que, en sus ratos libres gozarán de playas, fiestas y demás, pero en su vida diaria han encaminado la vista a ser cada día más personas, valorando el trabajo y a aquellos que les enseñan a trabajar. Con chavales como estos da gusto trabajar.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto