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OPINIÓN - DOMINGO, 20 DE JUNIO DE 2010

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

El Proyecto de Fundación de Arte
y Pensamiento Punset-Maceín

 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

¿No les parece original aunar arte moderno y pensamiento en un museo? Pues ese es el proyecto que estamos bosquejando el profesor y pensador Eduardo Punset, la marchante de arte Carmina Maceín y servidora que es la abogada del invento por parte de la experta en arte (el profesor lleva como abogado al exquisito Trías del despacho Cuatrecasas de Barcelona).

Se están dando las primeras pinceladas y eso nos llevó el pasado fin de semana a Gerona y más concretamente a Fonteta una localidad de apariencia serena y medieval cercana a La Bisbal. Allí tiene Eduardo Punset la masía de su familia, un revoltillo arquitectónico en piedra con fragmentos de la historia de Cataluña que van del siglo X al siglo XVI. ¿Por qué me están criticando? ¿Qué no quieren un aburrido reportaje sino un gazpacho de anécdotas?. Bueno, les cuento. Llegamos a la hora de almorzar y fuimos recibidas por dos perros pulgosos que son los guardianes de las cuatro hectáreas de jardines y prados maravillosos. Como Carmina y yo somos amigas del profesor y llegábamos en plan de confianza no hizo falta abrir el portón principal ni pasar por la alameda de cipreses que desemboca en una enorme fuente. De hecho entramos directamente por la parte trasera, por el comedor del porche acristalado y la cocina que huele a piedra impregnada por el humo de los siglos.

La cocina abovedada para almorzar y darnos una merendola payesa, cuatro tipos de pan horneados en la misma masía por Carmen y Amalia que trabajan allí y todos los embutidos y butifarras de la región sobre tablas de madera. Demasiadas calorías, pero muy saludable. De hecho el viernes había en las tablas gloria bendita, pero el sábado por la mañana, me dejé abierta la puerta cuando salí a hacer unas asanas a las siete de la mañana y entraron los dos perros pulgosos y robaron la mitad de las delicias culinarias. El que mandaba la expedición canina era el díscolo Darwin, un perro peludo que le tiene arrebatado el corazón a Punset. La regañina me la llevé yo y me acusaron de haber “permitido” entrar a los canes para que se dieran un banquete. No era “exactamente” la verdad, pero los pobres perros están a base de pienso, que es un asco y andan estragaítos de hambre.

¿Y que les puedo relatar de un lugar mágico de tintes monacales? Hornacinas con tallas de vírgenes, salones y más salones con altísimas bóvedas, el mismo olor a corazón pétreo que en las catedrales, inmensos ventanales acristalados, un hamman excavado en la piedra en un primer piso mirando a los Pirineos y los aposentos del profesor, la sala del piano, el despacho forrado de libros y recuerdos en torno a la chimenea. Todo en el profesor Punset es decididamente ascético, de hecho, en la enorme terraza ajardinada de su sancta sanctorum faltaban tan solo las parejas de monjes paseando los rezos. Es otro lugar, en otra dimensión y en otro mundo y rebosa sensibilidad y pensamiento, aunque, a partir de ahora, con la Fundación, rebosará Picassos, Mirós, Dalís, Rosellós y toda la obra que Carmina aportará de sus propios fondos donde aparecen reflejados todos los grandes artistas contemporáneos. La obra ocupará alguno de los salones.

Y en los jardines esculturas y murales jugando al escondite con los cipreses y con unos tilos centenarios que dan sombra y perfuman los desayunos. Como pertenezco a la Fundación por derecho propio por parte de Carmina Maceín de cuya casa madrileña salí para casarme ya que ejerció durante años de hermana mayor, me he pedido un rincón entre los muros de piedra para cuando tenga que trabajar allí y he reservado una sombra bajo uno de los tilos con la compañía inevitable de ese rizado saco de pulgas llamado Darwin y del otro perro negro que es más formalito.

Cenamos en torno al anagrama que, para la Fundación, ha diseñado el pintor catalán Roselló que es un hombre de Dios y un místico de los pinceles, pero se motivó tanto diseñando el tema que, al recibirlo en el correo del subdirector del programa Redes que se llama Javier y que está mucho en la masía, realmente no sabíamos como mirarlo, si para arriba o para abajo. Nos quedamos algo confusos, para que lo voy a negar y todos dimos nuestra opinión sobre lo que podía representar, a mí me parecía un huevo estrellado de los de Casa Lucio, pero no lo dije para no parecer intrascendente, porque todos los presentes eran espíritus cultivados y personas de gran sensibilidad. ¿Qué dicen? ¿Qué como se comen la sensibilidad y la espiritualidad cuando acabamos en los sillones del enorme salón redondo, ante la chimenea y viendo “Sálvame de Luxe” en un plasma gigante? Vale. Para romper un poco el misticismo, para no empacharnos demasiado con la atmósfera esotérica y para que el pobre Punset y Javier que “jamás” habían contemplado ese tipo de programas, permanecieran enmudecidos de horror.

Un sinfín de anécdotas durante los largos días gerundenses, pero al alma de piedra y a los recovecos de tilos centenarios les faltaba para ser el lugar más hermoso del mundo los mares de Ceuta y los atardeceres ceutíes. Y las gaviotas. ¿Qué como llegó a Fonteta una periodista de El Pueblo de Ceuta invitada por Eduardo Punset? Pues porque sí , porque los del sur acostumbramos a vivir experiencias mágicas considerándolo como lo más normal del mundo.

Por cierto, no existen pruebas de que yo dejara abierto el portón de la cocina, no me considero culpable de las tropelías de Darwin y quienes me acusan son espíritus mezquinos.
 

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