Ganar no lo es todo, es lo único
(Vince Lombardi). Y si no que se lo pregunten a
Vicente del Bosque. Ya que fue palmarla la selección
española frente a la suiza y encontrarse con que Luis
Aragonés comenzaba ya a ajustar cuentas pasadas. Las que
sigue teniendo pendientes con Fernando Hierro y con Ángel
María Villar.
Por cierto, el presidente de la Federación Española de
Fútbol acaba de hacer unas declaraciones que no tienen ni
pies ni cabeza. Ha dicho que no considera como “fracaso” que
la “roja” –vaya cursilería- se pudiera quedar fuera de los
octavos de final. La cursilería, en este caso, hay que
ponerla en el debe del que llaman ‘Sabio de Hortalezas’. Por
más que éste se empeñe en decir que el sabio era su hermano.
Hablando de fracasos, conviene resaltar cuanto antes el de
Undiano Mallenco. Lamentable su arbitraje contra los
alemanes. Tengo la impresión de que el árbitro navarro actuó
con premeditación y alevosía para indisponer a Angela
Merkel contra José Luis Rodríguez Zapatero. Habrá
que averiguar si en la ayuda de UM a los serbios tuvo algo
que ver Mariano Rajoy. Lo que sí se estarán
preguntando en todo el mundo mundial, es lo siguiente: si
Mallenco es el mejor árbitro español, cómo será el peor...
Entre el fracaso de Undiano Mallenco y el de la selección
española hay una diferencia: la selección sigue siendo
favorita para llegar al tramo final de un Campeonato que
podría ganar si no cunde entre sus componentes el miedo al
vértigo por haber sido tratados cual dioses. En lo tocante
al árbitro, de Navarra él, a lo mejor a estas alturas ha
buscado ya la recomendación del Opus Dei para evitar que se
olviden de él los rectores del arbitraje del Mundial.
Los dioses de la selección española han de ganar a Honduras.
La única selección que no he visto jugar. De los hondureños
me place decir que son futbolistas muy aguerridos. Así me lo
demostraron dos internacionales hondureños, que tuve la
suerte de dirigir en el Real Mallorca: Miguel Ángel
Matamoros y Jorge Urquía, ‘El indio’ Urquía. De
éste escribiré un día. Pues es personaje digno de que le
dedique una columna. Tuve a bien recomendárselo a Zárraga,
secretario técnico del alavés en aquellos tiempos, y allá
que lo fichó cuando Valdano principiaba a destacar en
el equipo de Vitoria.
Lo que no entiendo, hablando de los jugadores españoles, es
por qué se nos mira tan mal a todos los que tenemos la buena
costumbre de criticar los fallos de Casillas. Días
atrás, en la sala de estar de un hotel, se me ocurrió decir
que la salida de Iker a los pies del delantero suizo debió
ser con las manos por delante, y por poco me gano una orden
de destierro. Sí, la que no hace muchos años existía en esta
ciudad. Y que se les aplicaba a quienes no guardaban la
compostura requerida por las fuerzas vivas. Todavía, de
cuando en cuando, los hay que reclaman ese privilegio tan
ejemplarizante.
Y vayamos con los ejemplos: Inglaterra lleva dos puntos, a
pesar de que está jugando mal, rematadamente mal; y los
críticos españoles, en vez de analizar el mal momento que
pasan los mejores futbolistas ingleses, tratan de
desacreditar el sistema de Fabio Capello. Cuando está
jugando con extremos natos y dos poderosos volantes de
ataque. La tienen tomada con el italiano. Sin duda.
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