En el que va a participar la
selección española más competitiva que hayamos tenido nunca.
La que, tras ganar el título europeo, ha generado una
confianza ilimitada entre los aficionados. La cual les
permite manifestar que el equipo es el primer favorito para
ganar tan preciado título.
Llevaba cierto tiempo sin leer a Don Quintín el amargao.
Decisión que tomé para evitar tener que responderle tan
seguido a quien se ha convertido en el hazmerreír de una
ciudad donde se le considera lo que es: una persona
insatisfecha y sometida a un envejecimiento deplorable.
Debido a que la envidia no ceja de destruirle unas
interioridades que le están haciendo tal mella en su cara
como para mostrárnoslo ya con vejez prematura. Pero avisado
por teléfono de su último escrito, he decidido, tras leerlo,
dedicarle unas palabras.
Al autor de ‘El Dardo de los Jueves’, el que no hace muchos
años se disfrazaba de Che Guevara, sólo le faltaba ya
padecer de la alteración de su bilis en cuanto oye
pronunciar el nombre de José Antonio Muñoz. Y es que,
al parecer, la simple mención de éste le causa abundancia de
ese líquido viscoso, de color amarillento o verdoso,
segregado por el hígado y que se acumula en la vesícula
biliar. Y allá que le aparecen tales síntomas a Juan Luis
Aróstegui: dolores abdominales, seguidos de diarreas,
acompañadas de vómitos por mor de la cólera que le causa
saber que el editor de este periódico ha vuelto a conseguir
la presidencia de la ADC.
Lo primero que hizo Don Quintín el amargao, en cuanto se
enteró de que JAM aspiraba a la presidencia de la ADC, fue
erigirse en cabecilla de un frente antimuñoz para que el
editor de este periódico se arrugara y diera una espantada
al estilo de las que daba El Gallo. Pero se encontró con que
el aspirante a presidente de la ADC es de los que le echa
bemoles a cualquier asunto.
Luego, viendo Don Quintín el amargao que su candidato era un
manojo de nervios incontrolados y que en cualquier momento
podría meter la pata, optó por dejarlo tirado. Una situación
que bien podría haberle costado a Manolo Luque un
estado de irritación poco recomendable para personas que,
ante puñaladas traperas, sufren lo indecible y hasta se
pueden buscar lo que no tienen.
Porque ML (y si lo saco a colación es para hacer patente que
estaba en lo cierto al declarar que detrás de sus
aspiraciones a la presidencia del primer equipo de la ciudad
estaban Aróstegui, Montero y Mohamed Alí) no
es como Alí. A quien Aróstegui tachó de embustero y no tuvo
el menor inconveniente en digerir el sapo cual si fuera pura
ambrosía.
Ahora, en su último ‘Dardo de los Jueves’, Don Quintín el
amargao aparece convertido en un basilisco de pacotilla,
cuya biliosidad urge tratamiento.
Pero lo lamentable de Don Quintín el amargao, que no hace
muchos años se solía disfrazar de Che Guevara –siendo motivo
de cachondeo y hasta de preocupación para su familia-, es
que tenga la desvergüenza de hablar contra las subvenciones
del fútbol, soltando además heces por la boca contra el
nuevo presidente, cuando él está al frente de un sindicato
al que le sería imposible subsistir con las cotizaciones de
sus afiliados.
Juan Luis Aróstegui, que pone en duda la honorabilidad de
quien ha llegado a la presidencia mediante elecciones
democráticas, ha perdido la vergüenza. No ahora. La perdió
hace ya mucho tiempo. Pero en el castigo lleva la
penitencia: pues cuando se mira al espejo ve, a su edad, la
que un cursi llamaría otoñal, de qué manera la vejez
prematura se está cebando con él. Por ser Don Quintín el
amargao.
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