Es de los más razonable del mundo
mundial que cada hijo de vecino trate, por todos los medios
a su alcance, de buscar para los suyos una v ida mejor que
la que tiene en su país de origen y es de ahí, precisamente,
de donde surge la inmigración hacia otros países buscado esa
vida mejor.
Cuando no se ha sido inmigrante es muy fácil hablar de
inmigración como lo más natural del mundo, apareciendo en
alguna cadena de televisión contando historias para no
dormir y, por supuesto, recordando que nosotros también
fuimos inmigrantes.
Y es verdad, fuimos inmigrantes, pero para esa inmigración
que hicimos, necesitábamos un contrato de trabajo de algunas
de las empresas, francesas, alemanas o holandesas, por poner
algunos de los países a los que emigramos los españoles. Sin
ese requisito, más el correspondiente certificado médico,
usted no entraba en ninguno de los países que solicitaban
mano de obra.
Si se quedaba usted sin trabajo, le daban unos días para
encontrarlo, de no encontrar alguna empresa que le diera un
contrato de trabajo, le ponían a usted de patitas en la
frontera y si te he visto no me acuerdo.
Por principio, cuando se llegaba al país en el que había
encontrado trabajo, lo primero que tenía que aceptar eran
sus leyes, su cultura y sus costumbres no tratando, por
ningún medio, de querer imponer su cultura y sus costumbres
al país que le había acogido.
Todo lo contrario de lo que sucede con algunos inmigrantes
que llegan a nuestro país sin, por supuesto, ese contrato de
trabajo y ese reconocimiento médico, que quieren imponernos
su cultura sus costumbres y sus tradiciones.
Eso, de verdad, ni lo entiendo ni lo comparto. Sólo hay una
forma de hacerles ver que tienen que aceptar nuestras leyes,
nuestras costumbres y nuestras tradiciones, de no hacerlo se
les pone de patitas en sus países de origen y adiós muy
buenas. Punto, pelota.
Entre toda la inmigración que nos ha llegado, se encuentran
personas que viene a trabajar y a labrarse un porvenir para
los suyos. Esos, bienvenidos sean.
Paro también es cierto que nos ha llegado mucha escoria de
distintos países, que no se por qué razón tenemos que
soportar, cuando la solución está en nuestras manos de
manera fácil y sencilla.
Hace unos días la prensa ha publicado, la existencia en
Barcelona de bandas peligrosas de delincuentes venidos de
los países sudamericanos, que están sembrando el pánico
entre los españoles residentes en aquellos lugares donde
estos pandilleros actúan.
La policía española tiene localizado, según dicen, a
doscientos cincuenta de estos pandilleros, que se valen de
las chicas para reclutar en los institutos al personal que
forma parte de una de las dos bandas existentes.
Solución se cogen a todos ellos y a sus familias que no
pueden hacer “carrera” de ellos y se les envía a sus países
de origen por la vía rápida. Seguro que, ante esta medida,
saltan los “buenos”, esos que con el dinero de las
subvenciones del dinero todos los españoles para protestar.
Se aceptan sus protestas, se les quita la subvención y se
les envía con ellos para que les cuiden en sus países de
origen.
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