La representante del Ministerio Fiscal en la ciudad solicitó
ayer tres años y un día de prisión y 12.000 euros de multa
para dos hombres por un presunto delito contra la salud
pública. Uno de ellos confesó haber introducido la droga en
el coche de su padre para llevarla hasta Francia mientras
que el progenitor defendió que se había inculpado para que
su mujer y sobrino no fueran detenidos con él.
Padre e hijo fueron sentados ayer en el banquillo de los
acusados del Juzgado de lo Penal por un delito contra la
salud pública que les imputaba la Fiscalía. Por tales
hechos, la representante del Ministerio Público en la ciudad
solicitó tres años y un día de prisión y el pago de 12.000
euros de multa para los procesados.
Los hechos reflejados en el escrito de acusación se
produjeron en el mes de abril cuando uno de los acusados
intentaba embarcar en el ferry para iniciar su viaje con
destino a Francia. En dicho momento, los agentes de la
Guardia Civil ubicados en dicha zona del puerto detectaron,
a través del can, que en el turismo había droga. Por lo que
procedieron a localizarla decomisando unos 6 kilos de hachís
en la zona del motor. En un primer momento, y según lo
relatado por el conductor del mismo, “me inculpé para que no
detuviesen a mi mujer y a mi sobrino siguiendo los consejos
de mi abogado. Pero lo cierto es que no sabía que en mi
coche hubiese droga”, declaró el imputado.
Esta versión fue corroborada por el segundo acusado, hijo
del anterior, el cual confesó que había introducido la droga
en el turismo de su padre sin que este lo supiera y que
pretendía llevarla a Francia para allí distribuirla y
venderla. “Como eran personas mayores pensé que no
levantarían sospechas, por eso, yo me fui un par de días
antes que ellos”, admitió el procesado. A preguntas del
Ministerio Fiscal sobre dónde y cómo había adquirido la
sustancia estupefaciente, el procesado explicó que se la
había dado un amigo suyo de Marruecos y que la ocultó en el
coche aprovechando que había coincidido con sus padres en el
país vecino. “Fui a comer a casa de mi abuela y vi a mis
padres. Así que les pedí el coche por la tarde y al día
siguiente se lo devolví. No necesitaba llevarlo a ningún
taller para preparar la droga porque la envolví en plásticos
y celofán y la introduje bajo una tapadera del motor y en
los huecos laterales en cinco paquetes”, argumentó.
Por su parte, el progenitor lamentó saber que su hijo
“siempre va con malas compañías y frecuenta con delincuentes
en Francia”.
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