Organizar un plan de emergencia para afrontar una catástrofe
requiere de una ciencia muy precisa, como ha podido verse
recientemente en Ceuta con motivo de la explosión en el
Fuerte Mendizábal. Para empezar, hay que dividir la zona
afectada en tres áreas. La roja la constituye el punto de
impacto y es donde actúan cuerpos como los bomberos para
rescatar las víctimas o la policía para acordonar la zona.
La franja intermedia es la amarilla, es una área de
seguridad, donde normalmente se colocan los médicos, los
puestos de socorro, las áreas de triaje, la zona de morgue.
Los bomberos evacuan a los heridos y moribundos en esta zona
para que reciban asistencia. Excepcionalmente, por ejemplo,
cuando hay víctimas atrapadas que requieren de atención
sanitaria mientras se le rescata, los equipos sanitarios
acuden a la zona roja.
Por último, la zona verde constituye el área de
estacionamiento de ambulancias y norias de evacuación, a
donde se trasladan a los heridos, una vez triados y
asistidos, para su evacuación al centro sanitario de
referencia. En esta zona se emplaza también el puesto de
mando avanzado que dirige a cada uno de los equipos de
intervención. En un futuro es posible que se coloquen
también grandes camiones, cuando se trata de catástrofes de
envergadura, para que puedan acudir el presidente del
Gobierno y los altos cargos.
Colaborar en la organización y desarrollo de los planes de
emergencia de los dispositivos de riesgo previsibles y de la
logística sanitaria ante una emergencia individual,
colectiva o catástrofe es una de las competencias que ha
adquirido la primera promoción del ciclo de grado medio de
FP en técnico de emergencias del IES Almina. “Antes el
personal de ambulancias éramos simples conductores o
camilleros, pero se ha comprobado que cuando se presta una
asistencia inicial básica se mejora las posibilidades de
supervivencia de los pacientes”, apunta el delegado del
curso, Bentorey Hernández Quintana.
Siguiendo en el terreno de las catástrofes, los nuevos
técnicos de emergencias también están capacitados para hacer
triajes y para prestar apoyo psicológico inicial a los
familiares de los afectados. “Si el herido tiene familiares
en el entorno lo primero que hay que hacer es reunirlos y
darles la máxima información sobre su pariente. También debe
realizarse una escucha activa y mantener la conversación con
los familiares, para que no piensen en lo peor”, apunta
Jorge Sánchez, profesor-tutor de este ciclo de Formación
Profesional.
Los técnicos de emergencia están preparados para operar con
distintos tipos de ambulancia. La de soporte vital básico,
compuesta por dos técnicos, sirve para atender emergencias,
es decir, casos en el que existe un compromiso vital o
riesgo de que el paciente pierda la vida consecuencia, por
ejemplo, de una hemorragia.
La ambulancia de soporte vital avanzado porta además de los
técnicos a un ATS/DUE y un médico, y se diferencia de la
anterior en que posee medicación.
La Unidad Medicalizada de Emergencia (UME) es para las
patologías más graves, la UVI móvil para traslados de
pacientes ya estabilizados a la Península y la ambulancia de
transporte colectivo para los traslados no urgentes o
programados, fundamentalmente de enfermos renales para que
puedan someterse a sus sesiones de hemodiálisis.
Preceptivo
En pocos años se pondrá en marcha una normativa que exigirá
la titulación de técnico en emergencias para poder trabajar
en el servicio de ambulancias, por eso el IES Almina ofrece
esta formación de forma presencial y a distancia. La ciudad
autónoma ha sido pionera, junto a Cáceres y Zaragoza, en
ofertar esta formación de dos mil horas y trece módulos
divididos en dos años lectivos. Aún no es obligatoria, pero
las empresas ya están empezando a exigirla.
Con esta formación, con 400 horas de prácticas en el 061, el
alumno sale capacitado para evacuar al paciente o víctima
utilizando las técnicas de movilización e inmovilización y
adecuando la conducción a las condiciones del mismo, para
realizar un traslado seguro al centro sanitario de
referencia; aplicar técnicas de soporte vital básico
ventilatorio y circulatorio en situación de compromiso y de
atención básica inicial en otras situaciones de emergencia;
colaborar en la clasificación de las víctimas en todo tipo
de emergencias y catástrofes; atender la demanda de
asistencia sanitaria en los centros gestores de
teleoperación y teleasistencia; prestar apoyo psicológico
básico al paciente, familiares y afectados en situaciones de
crisis y emergencias sanitarias; ayudar al personal médico y
de enfermería a la prestación del soporte vital avanzado al
paciente en situaciones de emergencia; verificar el
funcionamiento básico de los equipos médicos y medios
auxiliares del vehículo sanitario; y controlar y reponer las
existencias de material sanitario. Con ello puede trabajarse
en transporte sanitario, emergencias, teleasistencia y
coordinación.
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