Mientras el Presidente del
gobierno español defiende que está intentando dar una
respuesta social a la crisis, el Banco Mundial le advierte
que el desempleo es extremadamente alto. O sea,
soberanamente preocupante. Evidentemente, España debe
generar empleo, como sea y con urgencia, para imponerse
frente a la competencia de las nuevas economías emergentes.
Este objetivo exige la unión del gobierno estatal con todos
los gobiernos autonómicos, locales, sindicatos, empleadores,
y demás agentes sociales. Hay que buscar el consenso y la
unidad, el diálogo social, invertir en la clase trabajadora.
La asistencia social debe ser algo puntual, lo fundamental
radica en activar el trabajo. El gobierno aún no ha pasado
de las migajas. Es menester emplearse a fondo en la
formación de los jóvenes y en mejorar la capacidad de
adaptación de los trabajadores a la nueva época.
El próximo 16 de junio, haya acuerdo o no lo haya entre el
gobierno y los agentes sociales, se aprobará una reforma
laboral, que en cualquier caso llega a destiempo, forzada
por la tremenda situación que atraviesa el país, en un
instante en el que muchas familias están desesperadas por no
encontrar trabajo. Este gobierno ha perdido demasiados
minutos en cuestiones baladíes, de adoctrinamiento
partidista, que sólo han servido para enfrentarnos y remover
historias pasadas, cuando realmente donde había que
desgastarse debió ser en dar una réplica contundente para
frenar la crisis, no negarla como así ha sido.
Desde luego, necesitamos actuar juntos, no divididos, para
ganar empleo y reducir deudas públicas. El gobierno tampoco
puede dilapidar más horas en ello-está en período de
prórroga- para encontrar el camino a seguir, que no tiene
otros ingredientes que la mano tendida, la escucha, el
equilibrio y la transparencia. Por desgracia, la cultura del
parlamento hace tiempo que ciertos políticos, con mando en
plaza, la han perdido, o cambiado por el fomento de la
tensión; obviando que su marca, los partidos políticos,
deben expresar pluralidad respetuosa, no en vano concurren a
la formación y manifestación de la voluntad popular. Bajo
una situación de tirantez y frialdad, como la que despiden
algunos gobernantes, resulta bastante complicado, por no
decir imposible, estrechar las posiciones. España, en este
momento, anda escasa de hombres de Estado y abundante en
hombres de Partido que derrochan como si el aprieto no fuera
con ellos.
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