En la columna del martes día 9,
escribí que obraban en mi poder unos documentos a los que he
titulado “El chulo de EMVICESA”. Y no pocas han sido las
personas que han comenzado a interesarse por conocer el
nombre del individuo que ha tratado en repetidas ocasiones
de tangar a la Empresa Municipal de la Vivienda de Ceuta.
Pero he decidido no decir ni pío al respecto. Por más que me
sigan insistiendo los que se desviven por conocer no sólo la
identidad del sujeto sino que también desean saber cuántas
veces intentó engañar a la empresa y de qué manera y si fue
capaz de conseguirlo.
Cierto es que el sujeto ha tenido siempre la cara muy dura y
seguirá teniéndola hasta el fin de sus días. Y que es
merecedor de que uno airee su nombre. Dado que se ha
distinguido siempre en los engaños y trapisondas. Hasta ser
tenido por un sablista compulsivo.
En realidad, es un pobre hombre. De quien los políticos han
venido aprovechándose y han sido, en gran medida, los
causantes de que sus líos, sus enredos, sus timos, sus
trampas, etcétera, fueran a más en vez de menguar con el
paso de los años. Porque hay políticos que, con tal de que
les hagan el artículo, no dudan en comprar voluntades,
aunque sea pagando informes falsos o trabajos jamás
realizados. Y a este hombre, cuyo nombre no vamos a
mencionar, le han acostumbrado a transitar por la senda de
los chanchullos y a llevárselo calentito, cada dos por tres,
por arte de birlibirloque.
Y cuando a esos políticos se les ha dicho que esa manera de
actuar estaba fuera de lugar. Y que en cualquier momento
podrían salir a la palestra tan habituales trapicheos para
favorecer al hombre que tiene la cara como el cemento
armado, lo que han hecho es pedir árnica para el sujeto.
Sacando a relucir, inmediatamente, la compasión –sentimiento
en el cual no están muy duchos, por falta de práctica- como
excusa para continuar favoreciendo al individuo que ha
tratado de engañar a la Empresa Municipal de la Vivienda de
Ceuta.
Muchas veces he tenido que oír lo mismo: “Es un
sinvergüenza, pero es nuestro sinvergüenza...”. El que
tenemos siempre dispuesto para que nos eche un cable en los
momentos que necesitamos que firme cualquier papel o algo
por el estilo. Y, además, suelen rematar la faena, simulando
cara de tristeza por el dolor ajeno, de la manera siguiente:
“No dudes, además, que es digno de lástima”.
Y así, con tan extraordinaria larga cambiada, te invitan a
que dejes el asunto. Y si dices que nones, te tachan de
intransigente y hasta te empiezan a calificar de mala
manera. Menos mal que uno, que aún es veloz de pensamiento,
no duda en responder con la acidez que esos políticos
merecen.
En fin, que, por favor, dejen ustedes de preguntarme por el
nombre del individuo que ha tratado de engañar a EMVICESA.
Porque no estoy dispuesto a pronunciarlo y, desde luego,
tampoco diré cuántas veces lo ha intentado, de qué manera y
si fue capaz de conseguirlo.
Lo único que sí les puedo decir es que al igual que cuenta
con la protección de algunos políticos del PP, también la ha
venido teniendo de otros políticos. Pertenecientes a otros
partidos gobernantes. ¡Menudo... embaucador!
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