No soy fumador y no lo soy desde
que podía hacerlo libremente, mientras que a aquella edad en
la que te podías encontrar con un “sopapo” si alguien de tu
familia o de tus vecinos te veía con un cigarro encendido,
entonces sí intentaba fumar.
En mi familia hay fumadores empedernidos, de esos que
consumen dos o tres cajetillas diarias, y hay otros que
“pasan” del tabaco, como yo.
Lo que no me ha molestado nunca es que haya personas, en un
lugar en el que yo esté, que fumen, allá con sus gustos.
Buen cuidado tengo, sin embargo, de que en mi coche no se
fume y en mi casa lo menos posible. Esas son mis
dependencias y ahí marco yo mis formas de vivir, tanto a la
hora de poner una lámpara, un cuadro o un cenicero, cosa que
procuro que esté a mi gusto.
Ahora, y poco a poco más, fumar va a resultar más caro, y no
lo digo sólo por el coste del cartón de tabaco, sino porque
hay muchos que no encuentran el lugar adecuado, para poder
fumar.
Raro es el día que no veo a alguno de mis compañeros de
instituto que no se haya tenido que salir fuera de los
propios patios del centro a “echar un cigarro”, y es que los
patios del instituto, que son grandes e incluso con árboles,
no es un lugar, dicen, apto para poder fumar.
La calle, aunque similar a esos patios, de momento, sí lo
es, y ahí tienen que “pasar” parte del recreo muchos, “para
poder cubrir una de sus necesidades”.
No sé si en esto, como en otras cosas, nos estamos pasando o
es que antes no habíamos llegado, lo cierto es que en unos
momentos del casi “vale todo”, permitiéndose todo tipo de
pastillas y demás asuntos, el tabaco ha recibido el
tijeretazo más grande, de todos los productos, y el personal
no protesta. Yo no sé a qué se deberá esto. El tiempo nos lo
dirá.
En Ceuta, la población, también, está a favor de que el
tabaco disminuya y la prueba la acabo de ver en ese 71% de
ceutíes partidarios de endurecer, incluso más, la “Ley
Antitabaco” del año 2006. Así están las cosas.
Ahora bien, veo una especie de contrasentido en tener,
oficialmente, unos lugares protegidos y no en libertad, para
la venta de tabaco y que luego haya unas leyes, cada vez más
fuertes, para que la venta del tabaco disminuya.
Incluso ahora, cuando se pretende sacar dinero de todas
partes, con rebajas de sueldos incluidas, parece chocante
que se vaya cerrando el grifo de unos ingresos muy sabrosos
que produce la venta del tabaco, con sus impuestos elevados.
Mirando la realidad de este asunto uno, que no es miope, y
está exento de daltonismos que le lleven a considerar las
cosas desde su propio capricho, no lo puede ver muy claro.
Pero si yo no lo veo excesivamente claro, menos claro lo
deben ver aquellos que hace un par de años hicieron unas
reformas muy costosas en sus establecimiento, para
acondicionar zonas de fumadores y de no fumadores y que
ahora todo vaya a quedar en nada, o en ser todo el
establecimiento para los que no fuman, mientras que los
fumadores no tengan sitio allí, fumando, se entiende.
Como no fumador, podría alegrarme de que nadie me fuera a
molestar, pero no es así, porque una libertad, la suya, está
siendo cercenada con estas medidas.
|