El lunes por la tarde el pastel
tuvo su guinda, materializada en la amena y animada
presentación del nuevo libro del doctor Waleed Saleh, “Amor,
Sexualidad y Matrimonio en el Islam”, cuya amena lectura les
recomiendo vivamente sobre todo si quieren enterarse del
polémico asunto del “hiyab” (velo) islámico, pues el
profesor Saleh demuestra tras una atenta lectura del Corán
(tomen nota) que el “hiyab” no es en ningún caso una
prescripción coránica. Ahí queda eso. Una pena que el
ministerio de Justicia no cuente entre sus asesores con
profesionales de la solvencia del citado autor, arropando
por el contrario a cierta gandaya ignorante y fanatizada
representada entre otros por el radical Riad Tatary,
emboscado militante de “Vanguardia Islámica” y presidente de
la ambivalente Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE).
Ayer martes, tras una suave ponencia del propio Waleed Salhe
sobre el fundamentalismo en el Islam que, a mi entender y
por las circunstancias que fuere, se quedó francamente coja,
el turno fue del reputado teólogo Juan José Tamayo quien no
defraudó al auditorio. Tras una curiosa entrada, más
enraizable en el folklore que en la historia sobre los
putativos cristianismos liberadores de la geografía de
Galilea, en el antiguo Israel histórico bajo ocupación
romana, Tamayo realizó una ácida crítica de la Iglesia
vaticana para a posteriori intentar legitimar,
teológicamente, un “cristianismo liberador” para sorpresa de
los asistentes, musulmanes que en ningún modo están
acostumbrados a este lenguaje. Sus comentarios a la
expoliada África estuvieron más que justificados,
naufragando nuestro emblemático teólogo alternativo en sus
infundados comentarios sobre el Maghreb (cuya realidad
parece desconocer de forma palmaria) mientras lanzaba una
incomprensible frase sobre la supuesta “superioridad del
Islam” (sic) sobre el cristianismo, pues “El diálogo en el
Islam es más plural que en el cristianismo y más ejemplar”.
Curiosas (y absurdas) palabras en boca de un supuesto
experto internacional en religiones comparadas e Islam, que
parece desconocer que la apostasía en el Islam está, en
teoría, condenada con la muerte, estando además la libertad
religiosa proscrita en todos los países musulmanes del arco
maghrebí. Y me explico: incluso en el Reino de Marruecos,
paradigma de la moderación y el diálogo, el proselitismo
religioso cristiano está castigado con la cárcel y la
posterior expulsión del país, a expensas por cierto del
acusado como recordó en una acertada y medida intervención
el director del “Centro Cultural Lerchundi” de Martil
(dependiente del arzobispado de Tánger), Francisco Jiménez.
Aun no sé la cena de esta noche (por hoy martes, cuando les
escribo a paso ligero estas líneas), pero la del lunes en la
tetuaní “Casa de España”, regada con cervecita y buen vino
“halal” (producido en los viñedos de Mekinéz), sama con
arroz y helado, estuvo a la altura de las circunstancias. Un
éxito de Luís Moratinos, director del emblemático “Instituto
Cervantes” de Tetuán al conseguir este espacio de diálogo y
debate en colaboración con la UIMP. El que también estaba
encantado era el joven alcalde de La Línea, Alejandro
Sánchez, quien tras haber firmado un convenio de
hermanamiento con la morisca Xauen, confirmaba con agrado el
encuentro que el activo y veterano cónsul Javier
Jiménez-Ugarte le conseguía, sobre la marcha, con el alcalde
de Tetuán, mientras Abdelhouahed Idelhad, catedrático de la
Universidad Abdelmalik Essaadi, confirmaba con la cabeza que
le acompañaría hasta la baladía (ayuntamiento) de la ciudad
a primera hora de la mañana.
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