Cada vez se extiende más la
catetez, impuesta no sé si por el desconocimiento o por esa
idea que va progresando, más y más, en lo tocante a suprimir
todo lo que indica el término español.
Con la Selección de Fútbol de España, además de estar
haciendo castillos de naipes en el aire, que pueden
mantenerse, pero que habrá que ir amarrando con tacto, desde
que hace dos años se ganó la Eurocopa, se ha comenzado, no
me cabe duda que cariñosamente, a darle el nombre del color
de la camiseta, que no sé hasta donde se quiere llegar.
Los Iker Casillas, Pujol, Villa y compañía son jugadores de
la Selección Española de Fútbol, y eso de roja, se da en la
camiseta, en muchas circunstancias, no siempre, para los
diez jugadores de campo, pero no para el portero que suele
utilizar indumentaria azul, en el caso de Casillas y verde
si es Reina el que juega.
Posiblemente sea más cómodo nombrar a la Selección por el
color de su camiseta, pero ni es lo normal, ni mucho menos
lo correcto, y no entro en connotaciones políticas,
especialmente de otros tiempos.
Sea como sea, la memez está llegando a tal extremo, que un
hombre ponderado, muy seguidor del deporte, como es Mariano
Rajoy, en una entrevista que se ha publicado en Marca, el
pasado domingo, también “entra al trapo” y nos sale con la
petenera de “la roja”. No siempre seguir la rutina es lo
mejor, Don Mariano.
No sé si en este caso fue un lapsus o un dejarse llevar,
pero es tanta memez como si hubiera aparecido en aquellos
que se dirigen a lo serio, en plan compadreo.
Ahora, dejemos de lado el nombre, o el fantasma de la
camisola, lo que nos va a ocupar, a algunos incluso
preocupar, a lo largo de varias semanas es el juego.
No está muy claro eso del tiki –taka en los dos últimos
partidos jugados por el combinado español, en los que se
ganó, pero con más pena que gloria y con más apuros de la
cuenta, a equipos que serían de tercera categoría, con todos
los respetos.
Murcia despedirá a la Selección Española, curiosamente en un
campo en el que el color rojo es el típico, y desde ahí
rumbo a Sudáfrica.
La ilusión, entre los aficionados, es grande, el equipo, por
nombres y por trayectoria, es de lo más atractivo. Luego,
sobre el terreno de juego, ya veremos como salen las cosas.
Y es curioso que nosotros, tan dispuestos siempre a no
llegar tarde, vamos a ser de los combinados que más tarde
lleguen a Sudáfrica, con lo que el cambio climatológico,
puede ser un handicap, al pasar en 12 horas de más de 30
grados, a poco más de cero grados, en el invierno austral.
Todo tiene arreglo, todo estará estudiado, es de suponer que
la improvisación no sea la nota prioritaria de nuestra
Selección Nacional de Fútbol, pero un cambio de este tipo ya
lo tuvimos, aunque a la inversa, en nuestro propio Mundial
de 1982 y ya sabemos como nos fue, con el ridículo más
espantoso que puede hacer un país organizador. Es de
suponer, eso debemos esperar, que en esta ocasión las cosas
cambien.
Y algo similar, sólo que al otro lado del Atlántico, hubo en
el Mundial de Argentina en 1978, con unas instalaciones La
Martona, que no olvidarán jamás los Pirri, Asensi, Miguel
Ángel y compañía. Aquellos aires no soplaron muy favorables
para España que a las primeras de cambio se tuvo que volver
a casa. Miedo me da.
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