Estimado desconocido metido a escribir (¿?) en el periódico
`El Faro de Ceuta’, que festeja su 75 aniversario con actos
de celebración durante el año 76, bajo el seudónimo de `Ìgnacio
Masel’; me dirijo a usted para expresarte, primero, el deseo
de que cumpla muchos años más en ese periódico para mayor
gloria y regocijo de los demás, y segundo decirle que es
usted un cobarde; o quizás una cobarde. Un cobarde o una
cobarde porque en el Periodismo, mi profesión, no firmar lo
que no ha firmado usted, y se puede ver en los recortes que
se publican en esta opinión, es de alguien que no entiende
nada de Periodismo y sí mucho de otros líos en los que
quizás se encuentre muy a gusto.
Desgraciadamente en esta profesión por la que muchos están
muriendo y pasando hambre sin trabajo porque han decidido
anteponer un nivel de honradez que no van a sobrepasar hay
de todo. Hay inmaduros-as sinverguenzas que están de baja y
siguen trabajando a escondidas desde su casa desapuntalando
todos los logros laborales y sindicales que ha costado años
conseguir especialmente a las mujeres y bachilleres
panfletarios que se dicen periodistas y que cobran dinero
negro de instituciones públicas como ayudas complementarias
al margen de su generalmente abultada nómina. También los
hay que con muchos años de profesión viven de su sueldo
limpio y tratan de sacar la cara a los lectores y ciudadanos
en general porque le da verguenza ver tan alto grado de
manipulación.
Señor o señora ‘Masel´ me gustaría que diese la cara y
firmase con su nombre esas cosas escritas que nada tiene que
ver ni con la información ni con la noticia por respeto a
una profesión. Pero no van a dar la cara porque insultar a
la Guardia Civil y acusar sin pruebas al editor de este
periódico de querer comprar a un político es sobrepasar
todos los límites.
Para empezar, decirle señor o señora `Masel`, que si fuera
periodista sabría la diferencia entre ‘comprar’ y “comprar”
(comillas simples o dobles) ya que lo ha escrito de las dos
maneras.
En el fondo le da igual. Lo importante es el fondo y lo de
menos la forma.
Hacía referencia anteriormente a lo que el señor o señora `Masel´
han escrito sobre la AUGC y la referencia que hace esta
asociación de la Guardia Civil a que hay una organizaciones
que cobra dinero a mujeres embarazadas marroquíes para que
sean atendidas en el Hospital de Ceuta. Un escrito publicado
ayer en `El Faro’ que alguien debería trasladar al
Ministerio del Interior o de la Dirección de la Guardia
Civil para investigar y conocer por qué la AUGC informa en
un periódico de supuestos delitos y no los pone en
conocimiento del Juzgado de turno o lo traslada a sus
superiores como cuerpo miltar que es. Qué pena. Tener que
leer titulares de la AUGC en ‘El Faro’ como “La pela es la
pela” (28-02-2010) o, “¿Quénes somos?” (25-04-10). Quizás en
esos titulares nos quieran dar (unos pocos) alguna
respuesta.
Respecto a lo que están haciendo con la AD Ceuta decirles
que me produce desazón. Me da tristeza por la ilusión de un
pueblo como Ceuta por su equipo y las dificultades
“naturales” que lleva a los ceutíes a pasear su fútbol de
marca por la península.
Durante algunos años he estado vinculado al deporte (AS y
Marca) y he sido miembro de número de la Asociación Española
de Periodistas Deportivos, así he cubierto desde el mundial
de España de 1982 hasta la mayoría de encuentros de equipos
de 1ª, 2ª y categoría inferiores. Algo sé de fútbol, equipos
y clubes y por ello quiero decir que estas maniobras sucias
no las había conocido ni entiendo el papel jugado por el
presidente de la Ciudad, un presidente que quizás diga una
cosa y haga otra. Un juego verbal que puede ser divertido en
el presente pero que puede construir un futuro donde las
decisiones tomadas se interpreten de manera muy diferente.
Un ejemplo reciente sobre la fragilidad de los discursos lo
tenemos cuando el presidente Vivas le dice a lo niños del
`Mare Nostrum’ en la Playa de la Ribera el pasado viernes
día 5 que el medio ambiente es un valor “absolutamente
estratégico” mientras está en el aire la posibilidad de
salvar el Hacho de la voracidad urbanística.
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