El indicador que mide el abandono
educativo y, como consecuencia, el fracaso escolar, recoge
el porcentaje de población de 18 a 24 años que no ha
completado la ESO y no ha seguido ningún tipo de formación.
Ha crecido: del 29,6% al 31,8% entre 1998 y 2008. Como
referencia: la media de Europa de los 27, bajó del 16,6% en
2003 al 14,9% en 2008.
Un gravísimo problema, con una doble vertiente. Por un lado,
frenar el desarrollo de una población capaz de asumir empleo
de alto valor añadido y, por otro, la consiguiente pérdida
de miles de millones de euros anuales. ¿Cuántos? Difícil de
valorar. Según un prestigioso investigador, de modo
orientativo, el gasto por alumno suma unos 1.000 euros al
año en Secundaria. Sólo el hecho de que más del 40% haya
repetido un año a los 15, habiendo 1.800.000 alumnos, ya
representaría unos 75 millones de euros, que con los que
repiten por segunda vez, se acercarían a los 1.000. Si
añadimos que en Bachillerato repite cada año casi un cuarto
de los alumnos, otros 150 millones… Claro, que siendo el
estudio un “ejercicio mental impreciso”, da una idea de la
magnitud del problema, por lo que, sin ser descabellado
“nuestro fracaso educativo” nos cuesta en conjunto “el
triple de la crisis”.
A la hora de buscar un tratamiento a este fracaso, es
preciso hacer un diagnóstico, que bien podría ir dirigido a
este análisis: “la creación masiva de puestos de trabajo en
el sector ladrillos”, animó a muchos jóvenes a dejar los
estudios y esa bonanza económica trajo consigo un repunte
del abandono y el fracaso escolar.
La Fundación “1º de Mayo” de CC.OO advierte también, de la
influencia que ha tenido la incorporación de población
extranjera de esas edades, ya que el abandono educativo
temprano es mayor: del 53,1 % frente al 29% de los españoles
en 2.000 y del 46,4 % frente al 28% en 2009. Pero, ¿cuál es
su propuesta? Acabar con la “rigidez del sistema y ofrecer a
los estudiantes problemas alternativas al abandono o “la
denostada e ineficaz repetición”. Claro, que si los recursos
destinados a los repetidores que empleasen en clases de
refuerzo, el sistema ahorraría y los alumnos mejorarían.
Otra solución de la misma Fundación es erradicar el llamado
‘mal francés’, asumido aquí sin dudarlo, es decir, que no
superar parte de los objetivos, tener que repetir el 100% de
los mismos. Una barbaridad. ¿Aprobados para todos?
En nuestro país se admite la repetición, pero no debe servir
para hacer exactamente lo mismo, es decir, que debe
aplicarse refuerzos y recursos específicos para el
repetidor.
Siendo la repetición de curso un tema opinable, por parte de
la oposición, se defiende que hay que establecer una clara
diferenciación en los contenidos, que curse el joven que
aspire a ir a la Universidad y el que busca una formación
general básica, que quizás debería rebajarse. En suma, una
preparación que contemple que los alumnos sepan expresarse
correctamente, conocer sus derechos y sus deberes, dominar
una serie de destrezas básicas, informática… Una preparación
moderna, dentro de los cambios sociales producidos con la
llegada del nuevo siglo.
En realidad a lo que refieren los Sindicatos no es otra cosa
que lo ya utilizado cuando la desaparecida EGB. En los
centros educativos, cuando los alumnos llegaban a la 2º
etapa, ya se utilizaban dos programaciones distintas. Una
dirigida a aquellos que demostraban tener capacidades para,
una vez concluido el ciclo, incorporarse a los estudios de
Bachillerato, y otra para aquellos que se matricularían en
la Formación Profesional existente en aquellos momentos. En
realidad, la estrategia consistía en una mayor flexibilidad
y tolerancia para aquellos que se incluían en esta última
modalidad.
Ahora, con tanto revuelo en el fallido Pacto por la
Educación, todos queremos dar soluciones al mismo. Es el
caso de la anterior Ministra de Educación, Sr Cabrera, que
se manifestaba así: “La financiación de la Educación debería
figurar en el debe y haber cuando hablamos de la
sostenibilidad –voz de rabiosa actualidad- del Estado de
bienestar. La Educación y la Formación constituyen uno de
los servicios básicos, incuestionables hoy. Nadie niega el
derecho y estamos ya en la exigencia de una educación de
calidad para todos y, a lo largo de toda la vida… La
inversión en educación es la mejor manera en que los
Gobiernos, las Administraciones Públicas y todos los
partidos políticos demuestran su apuesta de futuro, por el
medio y largo plazo tan desagradecido desde el punto de
vista político. Hacerlo de manera controlada y con rendición
de cuentas es el mejor servicio que puede hacerse al sistema
educativo. Hacer de ello una cuestión de debate nacional,
que no de discusión política, una de los mejores favores que
podríamos hacernos todos. ¡Como verán, palabras, palabras,
palabras… que no son más que humo!
Es posible que en el reciente Consejo de Ministros celebrado
en Madrid (11 de Mayo), con motivo de la Presidencia
Española, se consiga una unificación de criterios para
reducir el abandono escolar, situación que preocupa a todos
los países de la Comunidad Europea. Los máximos responsables
educativos han trabajado para presentar una propuesta
concreta.
Conviene recordar, en este sentido, que la Presidencia
española está liderando los debates entre todos los países
participantes que permitan reducir el abandono escolar.
Nuestro optimista Ministro defendió su visión de la
educación como instrumento imprescindible, que permite a los
ciudadanos un desarrollo integral que les posibilita ampliar
sus expectativas a la hora de conseguir un empleo de
calidad. Porque la educación es decisiva para la nueva
Europa.
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