A estas alturas de la película y tras 14 temporadas desde
que se recuperó el fútbol para Ceuta a finales de los 90, el
club debería ser tratado desde la responsabilidad y el
respeto. Se lo ha ganado en competición y por trayectoria
[bien es verdad que más méritos obtuvo en sus primeros nueve
ejercicios deportivos -eso es un dato claramente objetivo y
reconocido-]. Pues bien, da igual. Prevalecen las inquinas
personales de quienes incapaces de encarar los retos de
frente utilizan subterfugios para evitar estar en primera
línea con los arrestos que de ello se deduce. Tanto peor
para quienes usan esa técnica de escasa valentía, como para
los que ceden su dignidad a una causa tan innoble como
sibilnamente permitida. Al fin y a la postre parece que todo
da igual y que el Ceuta, con lo que debe representar para
los ceutíes, les importa sencillamente un carajo.
Un nuevo enjuague se avecina y cobra forma ante los ojos de
los aficionados sin que éstos puedan entender lo que ocurre
y por qué. Aunque leyendo numerosos foros creados tras esta
nueva ‘movida’, muchos ponen nombres y apellidos a los que
se ocultan tras intereses bastardos operando casi desde la
clandestinidad. Los muy torpes no ven el reguero de pruebas
que dejan a través de las que se deduce a las claras su
participación. La pregunta es si hay mucho miope natural o
artificial que no lo vea.
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