Si hay algo que me cuesta un
trabajo enorme soportar, son los demagogos baratos,, los
ególatras, los que levitan cuando hablan, mientras se
escuchan a si mismo en los que ellos consideran sus clases
magistrales, de las que deberían aprender el populacho pues,
todos estos personajillos de medio pelo, tienen el
convencimiento de que en este país todos somos unos
analfabetos a los que hay que educar, porque somos incapaces
de pensar por nosotros mismos.
Qué sería de este país, si todos estos mamarrachos no nos
dieran sus clases magistrales, abriéndonos los ojos y
haciendo que nuestras escasas células cerebrales se pongan,
aunque sea un poquito, en marcha para desarrollar y entender
todo lo que nos cuentan y nos dicen.
Estos personajillos, aunque cueste creerlo, existen en la
vida real tratando de darnos clase de algo que ellos
desconocen pero que al hablar con su personal e
intransferible demagogia, seducen a cierta cantidad de
borregos que se quedan embelesados ante las frases que dicen
poniendo, en ellas, toda la carne en el asador.
Presumen de ser de izquierdas, sin tener ni la más mínima
idea de que es y significa ser de izquierdas. En sus
intervenciones muestran todo el odio que tienen acumulado a
la derecha, la que para ellos no debe de existir.
La derecha, según sus palabras, es la causa de todos los
males que nos aquejan, y son tan malos malísimos, que no hay
en la derecha nadie bueno, que todos los que tengan esa
opinión, contraria la suya, van a ir de cabeza al infierno
porque, desgraciadamente, para ellos, no tienen el poder de
eliminarla del mapa. Además, por si fuese poco, se
consideran más demócratas que todos los demócratas juntos.
Cuando sus argumentos fallan, porque carecen de argumentos
para rebatir a los contrarios, a los que no opinan como
ellos, recurren a lo único que saben hacer, el insulto.
Porque todos estos demócratas de pacotillas, ineptos,
incultos a pesar de tener alguna que otra titulación y
carentes de razonamientos lógicos con los que rebatir a los
contrarios, en su defensa de la izquierda, además de hacer
el ridículo más espantoso, están dejando en muy mal lugar a
lo que es, en verdad, la izquierda de cualquier país.
Cuando veo a algunos de estos esperpénticos personajillos en
los debates, que se hacen en ciertas cadenas de televisión,
me dan nauseas y unas ganas enorme vomitar, al comprobar el
flaco favor que le están haciendo a todos aquellos hombres
que lucharon por esos ideales de la izquierda e incluso,
algunos de ellos, dieron sus vidas en defensa de los mismos.
Estos patéticos personajillos, que dicen ser de izquierdas
sin saber nada de lo que es la auténtica izquierda y sus
ideales, me traen a la memoria, a aquella época en que, en
nuestra ciudad, ganó la izquierda y la calle Daoíz, se llenó
de miles de personas levantando el puño y entonado la
Internacional, a la vez que preguntaban: “de lo mío qué”.
Dónde están, hoy día, todos esos.
Voy apadrinar un burro, al que le he opuesto de nombre
“Pena”. Y disfruto al pararlo gritando ¡¡¡Sooo Pena!!!
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