La primera sesión sobre el tiroteo de aquel 22 de octubre de
1997 en el Puente del Quemadero estuvo repleta de sorpresas
y tensiones. Tal es así que uno de los testigos presenciales
de los hechos confesó que lo habían coaccionado para
inculpar a los sospechosos, conocidos y apodados en la
ciudad como ‘Tafa Sodia’, ‘Manteca’, ‘Tos’ y ‘Tapiño’.
Además, el denunciante “no identificó” a un quinto imputado
que se sentó en el banquillo junto a sus compañeros en el
Penal. Los encausados negaron, en todo momento, su
implicación en los hechos mientras que el herido cree que lo
”atacaron” al vincularlo con otras personas del barrio.
Contradictorias aunque finalmente concluyentes fueron las
declaraciones vertidas ayer por uno de los testigos
presenciales del tiroteo que tuvo lugar el 22 de octubre de
1997 en el Puente del Quemadero, por el que el Ministerio
Fiscal en la ciudad sentó en el banquillo de los acusados a
los apodados y conocidos en la ciudad como ‘Tafa Sodia’,
‘Manteca’ ‘Tos’, ‘Tapiño’ y otros dos procesados más.
El testigo presencial admitió ser amigo del lesionado, haber
viajado ese día en el coche junto a dos sobrinos de este y
que uno de ellos, le “comió la cabeza” para que inculpase a
los imputados. Durante el relato de los hechos, el
declarante se mostró dudoso aunque alegó que por aquella
fecha habían consumido alcohol, hachís y pastillas. Sin
embargo, admitió que, al ir sentado en la parte trasera del
vehículo, no pudo ver el rostro de los autores de los
disparos. “Un vehículo se detuvo ante nosotros, se abrieron
las puertas y empezaron a disparar. Al momento, salí
corriendo y fui a las Caracolas a refugiarme en casa de una
amiga”, explicó el testigo.
Sin embargo, su declaración ante la Policía, quince días
después del suceso, fue totalmente opuesta ya que manifestó
que le habían cacheado y disparado a los pies las personas
encausadas. “La familia de mi amigo me dijo que recibirían
un dinero y que me pagarían. Por eso, 15 días después fui a
Comisaría junto a uno de los sobrinos, que se sentó a mi
lado y me dijo cómo iban vestidos los acusados en la rueda
de reconocimiento para que yo dijese lo mismo”, confesó el
declarante, a duras penas y tras un intenso interrogatorio
por parte de uno de los letrados de la defensa.
No muy diferentes fueron las palabras de uno de los acusados
que, en un primer momento tras los hechos, fue considerado
testigo protegido aunque más tarde la Fiscalía le imputaría
los mismos cargos que a sus compañeros de banquillo. Este
manifestó que viajaba en un vehículo dos puestos atrás del
coche de los denunciantes y que al escuchar los disparos, el
conductor giró “como pudo” para dar marcha atrás. Lo único
que pudo ver fue que “tres o cuatro personas” bajaban de un
turismo con armas de fuego y un cuchillo que “no eran los
acusados porque tenían un color de piel más oscuro, tenían
un acento más fuerte e iban sin pasamontañas”, apuntó el
declarante. Minutos después, “dimos la vuelta y encontramos
un control de agentes de la Policía Nacional y el conductor
contó lo que había ocurrido. Así que nos dijeron que nos
fuéramos apuntando sólo la placa de matrícula de nuestro
coche”, apostilló. A preguntas de uno de los abogados de la
defensa, el imputado afirmó haber recibido “presiones” por
parte de la familia del tiroteado para que declarase “en
contra de ellos” y ya en 2002, y tras ser denunciado en
varias ocasiones “pasé de testigo protegido a acusado, sin
que nadie me haya preguntado si apunté con una pistola a
alguien”, concluyó.
Otra versión de los hechos
Por su parte, el resto de acusados negó haber estado en el
escenario de los hechos aquel 22 de octubre de 1997 e
incluso recalcaron que no se conocían hasta la apertura de
dicho procedimiento. El apodado como ‘Tafa Sodia’ insistió
en que nunca se le tomó declaración policial y que la firma
que constaba en los atestados no era la suya. “No tenía edad
para tratar con ninguno de los imputados e incluso al
perjudicado, a día de hoy, aún no lo conozco”, mantuvo
durante su intervención en el juicio. Según este, el día de
los hechos estaba jugando al ‘squash’ y en cuanto recibió la
denuncia policial se presentó “voluntariamente” en Comisaría
donde “no presté ninguna declaración hasta llegar ante un
juez”, finalizó.
Seguidamente, el conocido bajo el alias ‘Tos’ aseguró que el
22 de octubre de 1997 fue al restaurante La Alhambra a ver
un partido de fútbol junto a su esposa e hija alrededor de
las ocho de la tarde recordando que ese día “el Real Madrid
ganó la Liga de Campeones”. A preguntas del Ministerio
Fiscal, que le expuso una facturas de 21.250 de las antiguas
pesetas, el encausado alegó tener una nave que lo
“sustentaba” y que el restaurante era del marido de su
hermana, por lo que pudo hacer frente al gasto ya que “una
vez al año no hace daño”, argumentó. Con respecto a sus
declaraciones en Comisaría, el procesado negó que fuera su
firma e incluso añadió “no recordar” la misma. Además de
haber conocido a su compañero de banquillo en prisión,
“nunca antes”, terminó.
”No sé ni por qué estoy aquí”. Con esta breve pero concisa
cuestión inició su intervención el apodado como ‘Tapiño’,
que explicó al jurado que en esa fecha se encontraba con sus
padres, que “jamás” había mantenido contacto ni conocía
personalmente al resto de encausados además de admitir que
una familiar del herido “me dijo que acusara a Tafa, a lo
que me negué porque no tuve nada que ver con esto y por eso,
la firma de la declaración no es mía”, relató.
El interrogatorio de los acusados concluyó con la
intervención del conocido como ‘Manteca’, que expuso y
justificó que en el momento del tiroteo se encontraba en
Algeciras regresando de un viaje a Sevilla, en el que había
estado con su mujer, su madre y su hermana. Al parecer, este
sí conocía al herido de bala “de vista pero no tenía
relación con él” mientras que a su sobrino lo conoció en
prisión.
El encausado presentó al tribunal las facturas y
justificantes de gastos de su estancia en Sevilla, donde fue
para una revisión médica por su discapacidad física, por lo
que la defensa aprovechó para alegar que “sería imposible
que cogiese un arma sin apoyarse en ningún sitio ya que debe
utilizar las extremidades superiores para manejar el aparato
de sus piernas”. El imputado remató su declaración
manifestando que en los tres careos a los que le habían
sometido ”nadie me reconoció”.
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