Cuando escribo sobre las geniales
ideas que se me ocurren para salir de la crisis, muchos se
lo toman a broma, como si les contara un chiste. Pobres
míos, no se dan cuenta de que algunas de esas ideas,
geniales por ciertos, las está aplicando el Gobierno.
No es lo más corriente y frecuente que algo español
interese, tan de veras, en Noruega, como para ser portada de
cualquier periódico.
Sin embargo, en ese bodrio que es el Festival de Eurovisión
y que cada vez tiene más participantes, pero que importa muy
poco quien lo ha ganado, España fue protagonista, sin
proponérselo.
En dos ocasiones la representación española fue algo en el
festival, de eso hace ya muchos años, cuando ganó Masiel,
allá por los años 60, ya bien entrados, y cuando, un año
después, se celebró ese festival en España en el que “casi
ganaron todos”, hubo cuatro vencedores, incluida la española
Salomé.
Eso, digo, sucedía antes de llegar a la década de los 70, a
partir de aquí España pasó siempre con más pena que gloria,
con representantes de todo tipo que nos encuadraban en un
mundo muy lejano a lo que era, es y deberá seguir siendo
España.
Actuaciones como la de Peret, en su día o la de
“Chiquilicuatre” en una edición pasada, si daban para algún
espacio en prensa, radio o televisión, era para servir de
mofa o poco menos.
En esta ocasión fue otra cosa. Y no es que se quedara mucho
mejor, porque un 15 lugar no es para sentirse Campeones del
Mundo, por estar en la época que estamos.
Era la edición 55 y a España la representaba Daniel Diges,
menos mal a que no era Karmele Marchante, que de haberle
sucedido a ella eso, ya teníamos todas las programaciones
del cotilleo hablando de conjuras judeo-masónicas en contra
nuestra.
España actuaba en segundo lugar y mientras estaba en el
escenario Daniel Diges, irrumpió en medio de su actuación un
majadero que, ahora, debería recibir un correctivo, a tono
con el desprestigio que ha ocasionado a Noruega, a sus
sistemas de seguridad en el festival y a tono con el
perjuicio que, también, ha podido hacer a España.
El espontáneo o “majara” Jimmy Jump sobre el escenario sí
que da el tono de la tranquilidad y la confianza que tenían
los noruegos sobre sí mismos. Lo malo es que ahí no estaban
ellos solos, se había colado alguien más a fastidiarles el
“pasodoble”.
Todo tipo de calificativos y ninguno positivo se lanzaron,
al día siguiente, en la prensa noruega para este “cabeza
loca”, y así en el periódico Villmanen se le obsequiaba con
un sencillo “lunático”, nada mejor para una actuación
llevada a cabo por un auténtico cabeza loca. Sin más.
¿Cómo ha quedado Noruega en el mundo?. Sencillamente mal, y
eso ante unos 150 millones de telespectadores, que
interpretan la “broma” de múltiples maneras, pero en nada
favorables para el país nórdico.
En otro medio VG, se argumenta contundentemente que:” se
pudo haber evitado”, a lo que se añade que este escándalo
protagonizado por Jimmi Jump es un auténtico “drama
histórico”. Algo que, desde luego no deja en buen lugar a
Noruega.
Y la televisión pública NRK, encargada de la organización,
no ha tenido más remedio que aceptar la responsabilidad del
fallo de seguridad que permitió a Jump estar en el escenario
por espacio de 20 segundos. Increíble.
Y todo ello, repito, en la actuación del representante
español, con lo que pocas veces una actuación tan poco
exitosa ha tenido una repercusión tan grande como la
española.
Además, como los mismísimos ganadores, Daniel Diges, con su
“Algo pequeñito” cantó dos veces. Menos es nada.
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