Hay dos noticias merecedoras de
comentarios en este día martes cuando escribo. Una, la
victoria de Karim Bulaix en las elecciones a la
presidencia de la Cámara de Comercio; la otra, las
declaraciones de Felipe Escane, anunciando su adiós
como presidente de la Asociación Deportiva Ceuta.
A Karim Bulaix, tras su éxito, sólo nos cabe felicitarle por
su triunfo. Porque es lo que se impone cuando alguien
consigue un logro. Eso sí, me imagino que el nuevo
presidente de la Cámara de Comercio habrá aprendido que
durante las campañas electorales los contendientes usan las
armas de que disponen, siempre dentro de las normas
establecidas. Y luego, una vez finalizado el juego, los
adversarios se tienden la mano y sanseacabó. No hacerlo así,
sin duda sería además de absurdo también contraproducente
para el futuro del organismo.
En lo tocante a Felipe Escane, me parecen muy justas las
razones que ha expuesto para dejar de presidir un club que
lleva viviendo muchas temporadas las urgencias de un ascenso
que se le ha venido resistiendo. Aunque conviene recordar,
una vez más, que en El Ferrol, de no haber sido por lo que
todos sabemos, la ADC, lo habría conseguido.
Felipe Escane ha estado cuatro temporadas presidiendo al
primer equipo local. Y tengo la certeza de que esa tarea le
habrá hecho multiplicarse para poder cumplir con sus
obligaciones laborales. FE se ha comportado siempre como lo
que es: persona de pocas palabras. Tal es así, que muchas
veces su laconismo ha sido tachado de falta de ánimo y por
lo tanto se le ha atribuido una tristeza contagiosa en
momentos donde quizá hubieran sido necesarias actuaciones
encaminadas a servir de revulsivo. Pero la realidad es que
nadie podrá poner en duda su integridad como dirigente y su
entrega.
Ahora bien, el fútbol es un deporte en el cual priman por
encima de todo los buenos resultados. Y si éstos no llegan
en la medida que el club tiene tasada sus aspiraciones, los
directivos saben sobradamente que habrán de apechugar con
una riada de críticas. Y FE ha sido consciente de ello. Y ha
decidido con buen criterio que es el momento adecuado para
dejar el cargo. Antes de que su estancia en el palco se
hubiera convertido en un auténtico martirio para él y para
otras personas.
Renunciando al cargo, FE ha vuelto a prestarle un magnífico
servicio al club. Porque de esa manera hará posible la
llegada de un nuevo presidente. Un presidente repleto de
entusiasmo. Ese entusiasmo que ayuda a saber, y el que
además contribuye a profundizar en lo que se sabe. Un
presidente atiborrado de ideas y confiado en un proyecto con
el fin de ilusionar a una afición que necesita también
entusiasmarse ante la posibilidad de que el anhelado ascenso
se produzca cuanto antes.
No cabe la menor duda de que el ascenso a Segunda División A
es muy difícil. Pero tampoco es menos cierto que esa
dificultad se ha visto atenuada desde que clasificarse como
primero de grupo concede el derecho a tener dos
oportunidades en los playoffs.
A partir de ahora, se abre, pues, una etapa de esperanza
basada sobre todo en la categoría demostrada otrora por un
presidente que vuelve con renovados bríos y los
conocimientos suficientes para que los aficionados hayan
comenzado a celebrarlo.
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