Dos años de prisión fueron las penas solicitadas por el
representante del Ministerio Fiscal en la ciudad para los
presuntos autores de un delito de receptación por el que uno
de los imputados admitió haber conducido un vehículo desde
Madrid hasta Ceuta por la cantidad de 2.000 euros y al que
cedió la matrícula y la documentación del suyo propio, igual
físicamente. El otro procesado negó haber participado en la
operación programada cuyo fin era llevar el coche hasta
Marruecos.
Dos hombres ocuparon ayer el banquillo de los acusados del
Juzgado de lo Penal por un delito de receptación que les
imputaba el Ministerio Fiscal y por el que pedía dos años de
prisión para cada uno de ellos. Por su parte, uno de los
letrados de la defensa solicitó la libre absolución de su
cliente ya que este había negado completamente los hechos
que se le imputaban manifestando desconocer la operación
programada de la que lo acusaba el otro imputado. A este
respecto, el otro encausado reconoció parte de los hechos
aunque su abogado solicitó que estos se calificasen como
hurto de uso y uso de documento falso, no como receptación.
Los hechos se produjeron el pasado 21 de abril cuando los
agentes de la Guardia Civil detectaron en la placa de un
vehículo marca Toyota una irregularidad. Por ello,
comprobaron en la base de datos y confirmaron que dicho
turismo aparecía como robado. A este respecto, el primero de
los acusados admitió que había dejado las placas de un
vehículo de su propiedad para el coche decomisado y haber
utilizado la documentación del mismo porque físicamente eran
iguales. “Me ofrecieron 2.000 euros por llevar el coche
desde Madrid hasta Ceuta y acepté porque estoy desempleado.
Sabía que algo ilícito había pero creía que eran multas y no
que fuera robado. De hecho, una tercera persona iba a llevar
el vehículo a Marruecos y fue el que nos compró los billetes
del barco”, reveló el encausado. El segundo procesado negó
completamente la versión del anterior manifestando
desconocer dicha operación y haber viajado con su compañero
de banquillo porque “me salía gratis ya que un colega fue el
que nos presentó. En el barco yo crucé por el acceso a
pasajeros pero ya iba solo”, argumentó este.
Sin embargo, uno de los agentes de la Guardia Civil declaró
todo lo contrario en calidad de testigo. “Los encontramos
sentados juntos y les pedimos que nos acompañasen. Vimos a
un tercero que al percatarse de nuestra presencia, salió
corriendo”, apuntó. El juicio quedó visto para sentencia.
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