Tal que así comenzaban los cuentos
infantiles de toda la vida. La pena es que, hoy por hoy,
aquellos preciosos relatos como “Blancanieves” o “La
Cenicienta” que nos hicieron soñar y cantar la melodía de
“los siete enanitos”, hoy, los grandes clásicos de la
literatura infantil son considerados “sexistas”. El resto de
Europa debe contemplar con estupor las ignominiosas sandeces
y los desvaríos psicóticos que tenemos que soportar los
españoles mordiéndonos los nudillos de pura mala leche. La
cuestión es si ,el Gobierno, nos considera retrasados o
simples jilipollas para ofendernos con esa repugnante
cascada de estupideces de la progresía provinciana
encumbrada por mor del Dedo.
Parece que, en el Ministerio de Igualdad, capitaneado por
una muchacha que presenta como impresionante currículum el
haber sido jefa del cante flamenco o alguna pamplina
similar, en ese Ministerio innecesario que es otro agujero
para lanzar paletadas del sudor y la sangre de los españoles
que madrugan, la Aído no se habrá enterado de que, a los
diez millones de pobres de España y con más de un cuarto de
la población activa en paro, les importa un carajo las
princesas, si un caso no le harían ascos a “Bambi” pero para
despellejarlo y echarlo en el puchero.
¿Por qué me lanzan ahora sus airadas fulminaciones? ¿Es que
tengo yo la culpa de que, el PP no ponga los huevos sobre la
mesa y exija un adelanto electoral? ¡Desgañitaditos estamos
de suplicarlo! Con escasos resultados. Como mucho la
comparecencia de la Cospedal criticando con voz neutra los
fallos garrafales del Zetaparo. Todo muy comedido. Todo un
puro “sin despeinarse”. Y el que menos se despeina es el
relamidísimo Camps al que le encanta armar mitineríos para
autoproclamarse candidatísimo. Vaya, para mí la continuidad
de Camps debería debatirse en un Congreso con listas
alternativas y ser los votantes quienes eligieran a su
favorito, eso parece que es la celebérrima “democracia
participativa” y los populares deberíamos comprometernos a
hacer algo tan sorprendente y novedoso como aplicarla.
Érase una vez que se era, un desgraciado país donde las
madres de familia compraban fiados los avíos para el potaje
viudo, mientras la Ministra de Igualdad destrozaba los
dineros haciendo el genuino “Mapa del clítoris” y formaba a
la élite moral para impartir adoctrinamiento por las
escuelas y conseguir que, nuestros niños, comprendan las
ventajas y las bondades del aborto. Todo a fuerza de
eurillos, por supuesto, partida por aquí, partida por allá,
los de ERC desbaratando cientos de miles de euros en
proyectos de majarones y los nebulosísimos partidos
nacionalistas sin control en los gastos ni en los fastos.
Porque destrozar los dineros no es delito. El delito es
construir “los charleses” en los eriales que son zona
rústica, porque esos delitos del ladrillo causan, al parecer
“grave alarma social”, más alarma social que las mafias de
carteristas extranjeros con cientos de antecedentes que han
hecho de zonas de Barcelona un auténtico infierno y que se
están cargando el turismo y la economía de los comerciantes.
Eso sí, no se puede decir la nacionalidad de las mafias
porque eso es ser “xenófobo” y para no ser xenófobos tenemos
que soportar que España sea Eldorado de todos los maleantes
del planeta.
Y más que van a ir llegando porque “estos de ahora” como no
pisan más que el bordillo de las aceras cuando se apean de
los coches oficiales, no conocen, ni sienten, ni palpan, la
realidad de las calles, ni el sentir de los ciudadanos. Por
eso les quieren bajar los sueldos a los miembros de los
cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado que están pagados
miserablemente porque, los políticos no los consideran
necesarios, de hecho ellos se sienten “muy seguros” con los
escoltas que les pagamos los españoles que tenemos miedo de
salir a la calle. Érase que se era una Nación donde, los que
más ganaban eran los policías y los guardias civiles, los
médicos, los maestros y los funcionarios, porque funcionando
esos colectivos todo funciona. Un país donde los políticos
usaban sus propios coches, jamás ostentaban más de un cargo
público, se accedía a los “altos cargos” por rigurosa
oposición y los “cargos de confianza” se consideraba un
inmundo y rechazable método bananero de dar jornal a los
amiguetes y a los pelotas. Método prohibido, por supuesto.
Érase que se era que Rajoy hacía caso de los españoles y se
comprometía a adelantar para mañana las elecciones. Esto
empieza como un cuento, pero podemos hacerlo una realidad.
Y que, los del Ministerio de Igualdad devuelvan los cuartos
que llevan despilfarrados. Que paguen en plan “Ya pagará el
inglés el vino que se bebió”.
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