Mentiría si dijera que mi amistad
con él data de muy antiguo. Aunque es verdad que tuve la
suerte de conocerle cuando apenas llevaba yo unos meses
residiendo en la ciudad. De lo cual hace ya casi treinta
años. Un día me dijeron que Ángel Muñoz Vega
respiraba socialismo a raudales. Pero yo entonces, como
ahora, le concedía escasa importancia a las ideas políticas
de una persona.
Por aquel entonces, principio de los años ochenta, AMV había
ya cumplido los cincuenta años. Destacaba por su estatura y
su presencia despertaba a su paso interés. Las mujeres
decían de él que tenía muy buena facha. Con tan buen
aspecto, elegancia natural, y un sentido del humor siempre
dispuesto para las ocasiones concretas, nuestro hombre se
hacía notar sin querer.
Pero lucir palmito no era lo suyo. Lo suyo era, había sido
desde muchos años antes, trabajar duramente para sacar
adelante a sus seis hijos. Que habían ido llegando como si
tal cosa. De manera que cuando quiso darse cuenta se vio
rodeado por una prole que le exigía una entrega completa al
trabajo. Ya que nunca ha sido tarea fácil sacar seis hijos
adelante.
Pero AMV, además de afrontar el reto con buen son y una
disposición y entrega inmejorables, quiso ir más allá: y
supo convertirse en patriarca de una familia numerosa cuyos
miembros nunca han olvidado el respeto que le deben. Respeto
que se ha ganado a pulso. Ejerciendo de padre de sus hijos
tanto en los momentos buenos como en lo menos buenos. Me
consta que jamás escurrió el bulto y siempre estuvo
inconmensurable en todas sus intervenciones.
Ángel Muñoz Vega ha cumplido 83 años. Y, días pasados, tuve
la suerte de charlar un rato con él. Testigo de nuestra
conversación fue Luis Parrillas: ese empresario
cordobés que tantos amigos ha sido capaz de hacer en esta
ciudad. Y le dimos un repaso a la vida laboral de Muñoz
Vega. Y, desde luego, le oímos decir el enorme orgullo que
siente cuando mira a su alrededor y ve la situación de su
familia.
La vida de Muñoz Vega no ha sido fácil. Pero él sigue
pensando que los momentos complicados nunca hicieron mella
en el entusiasmo que él sabía que le tenía que dedicar a su
empresa. Y, por tanto, cada amanecer se levantaba pensando
que todo se podía arreglar trabajando. Y revestido de tales
ánimos nunca cayó en la desgana. Eso sí, nos dijo que a su
lado había tenido y seguía teniendo a una gran mujer. Y a
partir de ahí cambiamos de conversación. Y, cómo no, le
abrimos las puertas a opinar sobre fútbol. Otra de las
grandes pasiones de Ángel.
El miércoles pasado, coincidí nuevamente con Ángel Muñoz
Vega en la terraza de una cafetería céntrica. Estuvimos
acompañados por uno de sus hijos y también por uno de sus
nietos. Y me celebró nuevamente la suerte de contar con una
familia como la suya. Puesto que ha sido abuelo en
diecisiete ocasiones y ya ejerce como bisabuelo. Y, desde
luego, está deseando que comience el Mundial de Fútbol de
Sudáfrica. Porque está convencido de que España, con los
jugadores que tiene, acabará ganando el Campeonato. Pero lo
mejor de todo, es que a su edad, y con los achaques lógicos,
aún continúa queriendo acudir al trabajo. Porque no concibe
su vida sin, al menos, darse una vuelta por el despacho de
sus negocios y participar del ambiente. Su vida merece
premio...
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