Los restos mortales de Francisco José Fores Pecino
recibieron cristiana sepultura ayer entre una multitud de
personas que quisieron estar junto a él y su familia en tan
fatídico momento. A las 12’00 horas del mediodía, el
cementerio de Santa Catalina se llenó de familiares,
compañeros y amigos del “querido” vecino de San Amaro.
Ventoso día de sol y nubes el que despidió a Francisco José
Fores Pecino, el “amable” vecino de San Amaro, el
“apreciado” cofrade de Los Remedios, el “admirado” compañero
y el “querido” esposo, padre, hijo y hermano.
Con la rabia contenida, familiares, amigos y compañeros,
despedían con sentidas lágrimas en los ojos a quien se
manejaba desde la humildad y capacidad humana con el
semejante. Aunque suele ser común las palabras de afecto y
cariño al ser que se ha ido, en el caso de Francisco, el
cariñosamente llamado ‘Mc Gyber’ ha dejado una huella
profunda entre quienes han estado muy cerca de él.
Cuando aún faltaban unos minutos para la llegada del
cortejo, trabajadores del Camposanto ceutí se lamentaban del
infortunio de Francisco. Este hombre que perdió la vida
violentamente en la madrugada del pasado martes, era un
“currito de los buenos”. No eran pocas las veces que ayudaba
a cargar féretros en sus traslados a los nichos junto al
personal del Cementerio, cuando tenía tiempo después de
‘manejar’ el camión de la empresa donde trabajaba,
‘Limpiasol’ cuyos empleados pararon ayer entre las 11’30
horas y las 13’00 horas para acudir “todos” a despedir al
compañero.
El hospital, “muy lejos”
En el cementerio, los operarios conocidos de Francisco
clamaban al cielo su impotencia y juraban en arameo por el
hecho de que el hospital “le pillara tan lejos de su casa.
Entre que vino la ambulancia y lo trasladó al nuevo hospital
-que está a hacer puñetas- perdió mucha sangre... si hubiese
estado operativo el de la Cruz Roja, a escasos 200 metros de
su casa, hoy podría estar todavía vivo”, mantenía un amigo
del finado quien nos llamaba la atención para que
trasladásemos esta queja, que no fue la única por cierto. Se
preguntó en alto “¿por qué, con todo lo que se ha movido esa
mujer -por la esposa y madre del homicida- no han podido
acoger en un centro especializado al niño?... estamos hartos
de acoger a los menores marroquíes, le ponemos de todo, y no
somos capaces de atender a nuestras necesidades”, mascullaba
contrariado este buen amigo de Francisco.
La comitiva fúnebre hizo acto de presencia pasadas las 12’20
horas, después del responso en la capilla del Tanatorio
Municipal. Al féretro le aguardaban familiares y amigos,
pero también una representación del Tercio. La familia de
Francisco está vinculada a La Legión. Por el II Tercio, su
Coronel encabezando la representación.
Entre sollozos, padres, esposa y familiares muy directos
recibían con dolor los restos del difunto. Los más cercanos
cargaron con él desde el coche fúnebre hasta el nicho donde
ya descansa Francisco.
El sufrimiento y la falta de consuelo se hizo presente de
manera notable en Santa Catalina. Cuadrados y saludando al
paso del féretro como signo de respeto, la representación de
La Legión proporcionó esa marcialidad que cargó de mayor
emoción un acto sencillo con el que se despidió a un hombre
sencillo “de muy agradable trato”, y muy querido. Las
lágrimas irrefrenables de hombres hechos y derechos dejaba
constancia de la calidad humana de ese hombre espigado,
delgado, con ojos claros “que siempre estaba para todos
cuando se le necesitaba... no hay consuelo”.
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