Posiblemente tarde en volver sobre
este asunto y mucho más, cuando ahora, más de palabra que de
hecho, al menos en cuanto a resultados, varios de los
sindicatos están muy ocupados frente a posiciones del
Gobierno, en ese capítulo de las “rebajas”, a medio camino
entre las post navideñas y las del verano.
Sin embargo, hay dos cosas que los sindicatos no tocan, la
primera relativa a las “subvenciones”, ayudas o lo que sea,
que reciben del Gobierno, con lo que aunque a veces no lo
parezca, en más de una ocasión se están comprando
voluntades.
Y es que, mirando la realidad, tal como es ¿Qué sería de los
sindicatos sin la “ayuda” desde el Gobierno?. Nada de nada,
porque, aunque son muchos los afiliados, menos de lo que
parece y más de los que yo creo, con sus cuotas, si es que
las pagan, difícilmente tendrían para pagar la luz, con lo
que hay que “plantar cara al Gobierno” pero ..., poquito,
por si hay recortes.
Este asunto, me dirán y con razón, no hay que tocarlo.
La otra cosa que yo quería tocar y que, intencionadamente,
dejé para el final es la de los liberados. ¿Por qué? ¿Para
qué?. Además de que habría que ver si los liberados son los
que más prestigio tenían en sus empresas, cuando trabajaban
o era todo lo contrario.
En el año 87, del pasado siglo ya, tuve la mala ocurrencia,
empujado un poco por ciertos colegas, allá en Palencia, de
presentarme a unas elecciones sindicales, iba de número 2,
no de relleno, en la candidatura de un sindicato, no de los
de clase. No merece hacer más publicidad de ello.
Sí puedo decir que el máximo representante en la Junta de
Personal fue de nuestro grupo y que durante algún tiempo,
poco, yo pertenecí a esa Junta. Lo que estaba claro es que
mi talante no me permitió estar mucho tiempo en ese
ambiente, especialmente cuando uno de los que formaban parte
de esa Junta, él era de CCOO, me dijo que si yo iba a coger
liberación completa o media liberación.
No me lo podía creer: “¿Yo?, ni una cosa, ni la otra”. El de
CCOO volvió a insistir en ello el “compañero” alegando que
si no lo cogía estaba yo quitando un puesto de trabajo a
otro compañero. Muy en su línea. Mi respuesta y por allí
estará si es que se toman notas de esas cosas, fue que:” Yo
soy catedrático para dar clase a mis alumnos, no para
vaguear por ahí”. Aquello fue Troya, eso no lo podía
soportar un liberado, no sé desde cuando. Yo no me liberé, y
a las dos semanas, si no antes me fui de allí. Por cierto
que a alguien le vendría bien aquella liberación que yo
odiaba.
No se me oculta que, de haber aceptado aquella “generosa
propuesta”, desde hace 23 años podría haber estado liberado,
se me habría olvidado de qué color era la tiza. Y es que así
llevan algunos a los que no les echan de esas posiciones ni
con agua hirviendo.
No quiero extenderme en esto, porque habrá liberados que
cumplan, y muy bien, con sus “cometidos”, pero lo mío era y
sigue siendo, estar en clase, donde sigo y voy a seguir algo
más.
Lo que sí puedo decir es que mi persona, como liberado, no
fue denostada, porque me negué, de hecho y de derecho, a la
liberación.
Hoy por hoy, la figura de los liberados está marcada y no
por lo positivo, pero ha habido más de uno que fue listo y
aprovechó eso “para trabajar por el sindicato en vez de en
la empresa”. Tiene que haber de todo, simplemente eso.
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