Aclarando que es gerundio. El
pasado sábado varios de mis lectores, que aunque algunos se
me enfaden tengo más de los que ellos quisieran, me pararon
para mostrar su extrañeza al leer mi columna, pues según
todos ellos no era mi habitual forma de escribir. En una
palabra que no era mí estilo, según sus palabras, ¡¡Toma del
frasco, Carrasco, hasta tengo estilo!!.
Ustedes perdonen, pero ante esto de tener estilo me tengo
que besar, pues tener estilo es el sueño de todos cuanto nos
dedicamos a esto de escribir.
Ante la insistencia, de todos ellos, me leo el escrito de mí
columna y les tengo que dar la razón. Uno de esos
duendecillos que andan sueltos por las redacciones, había
duplicado el artículo de mi compañero, Jesús Carretero y me
lo había endosado a mí. Así, en la misma plana se podían
leer dos artículos iguales.
O sea, las cosas claras, a cada uno lo suyo. El artículo
aparecido en mí columna es el mismo artículo que había
escrito Jesús, por lo cual ese artículo no tiene,
absolutamente, nada que ver conmigo ¡¡Ay, los duendecillos
de las redacciones!!.
Aclarado el asunto, nos vamos a escribir de lo que, en
realidad, quería dedicar el artículo de hoy, que no es otra
cosa que hablar del gran éxito obtenido por la celebración
del Tercer Concurso de Albañilería, donde ha habido un
aumento importante de participantes en el mismo.
“La Peña del Ladrillo”, como entidad organizadora del
evento, gracias a la colaboración prestada por la Ciudad
Autónoma y la autoridad Portuaria ha podido, una vez más,
celebrar una tradición que se había perdido en nuestra
tierra.
Como todo lo que hacemos es sin ánimo de lucro, todos los
participantes tuvieron sus premios, sin que ninguna de las
cuadrillas se fuese de vació, lo que nos llega de
satisfacción y orgullo y, por supuesto, nos anima a
continuar, dentro de dos años, con el cuarto concurso.
Incluso si la cosa, como parece, ha aliviado algo la crisis,
puede hasta que demos una agradable sorpresa.
Este concurso no sólo alcanza popularidad en nuestra tierra,
si no que fuera de ella y a nivel nacional tiene una gran
repercusión, ya que en los rotativos dedicados a la rama de
la construcción se le dedican varias páginas al mismo.
En fin que, con todo orgullo, podemos decir misión cumplida
y a esperar un par de años, que pasan en nada, menos que un
suspiro, para volvernos a embarcar en el cuarto, del que ya
le hemos dicho que puede haber sorpresas agradables y, de
alguna forma, más promoción de nuestra tierra a nivel
nacional.
Dos cosa me han emocionado, en este concurso que hemos
celebrado, la placa que por meritos propios le hemos
entregado a Francisco Navas Ponte y el acercarse a mí
persona varios trabajadores de los integrantes de la
cuadrillas participantes, para abrazarme y decirme que
“siempre tengo palabras de elogios para los trabajadores”.
Me imagino que sería debido a las palabras que como
presentador del evento tuve para ellos. Palabras de
reconocimiento a la labor que realizan cada día. El mundo
del trabajo, es mi mundo.
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