Y voy a hablar de accidente, no de
cogida, porque el percance del pasado viernes en la
Monumental de las Ventas, con Julio Aparicio como
protagonista, fue un desgraciado accidente que pudo terminar
en tragedia, pero que fue uno de esos lances casuales de una
actividad, en este caso de una corrida de toros.
Cuando vi la foto, minutos después del percance, me quedé
“acojonado”. He visto, en los muchos años de andanzas en el
mundo de los toros, accidentes y cogidas de todo tipo, pero
jamás algo tan espeluznante como eso.
Con todo, y volviendo a mi opinión, del principio, he de
decir que el toro no quería coger en aquel lance. El toro
era noble y yo diría que bueno, pero en uno de los pases,
con la pata de atrás se lleva al torero, casi como con una
zancadilla. El torero no llega a caerse del todo, apoya el
brazo en el suelo y queda sentado, frente al toro.
Hasta aquí, uno de tantos percances que se dan, con mucha
frecuencia, en la fiesta. Posteriormente y en esa situación
en que quedó el torero, le hace hilo y Aparicio quiere
quitarse el toro con la muleta. Aquí es donde llega el
peligro, al no darle al brazo el suficiente recorrido. El
toro derrota hacia la muleta y es cuando llega el pitón a
donde llegó.
En ese momento es cuando pudo estar la tragedia, ahí es
donde el torero quedó a merced del morlaco que le levantó y
zarandeó con fuerza, hasta quedar como quedó.
Espeluznante. No me cabe otro adjetivo, para un hecho que se
recordará en Madrid siempre, y que engrosará los percances
espectaculares de la fiesta de los toros.
Habrá que recorrer muchas ferias, muchos años y muchas
ganaderías para encontrar algo parecido, y en una faena en
la que no se veía el peligro, por ninguna parte.
Esto lo que demuestra es que ahí está el peligro siempre,
incluso en circunstancias como esta en la que nadie intuía
que iba a terminar en lo que terminó.
Y vista la gravedad y analizando el percance, no quiero
dejar de lado la labor periodística de un auténtico maestro
de la información taurina, Manolo Molés.
Una vez más, Molés ha demostrado que sabe lo que lleva entre
manos y que sabe suavizar los percances como éste.
Un novato, o un exaltado, hubiera hecho que cundiera la
alarma, él, con su equipo, supo ir quitando hierro, supo
apaciguar la situación, porque sabe que en casa de un torero
hay una madre, una hermana, una novia o toda una familia, y
los comentarios de Molés, tras el percance de Julio
Aparicio, su saber ir templando la situación, cuando menos
suavizaría ese sobresalto extremo que acarrea un hecho de
este tipo.
¡¡Enhorabuena, maestro!!. Tus comentarios sientan cátedra,
tú sí sabes lo que es la fiesta de los toros, puedes hacer
mucho, lo estás haciendo, para la promoción de la fiesta,
incluso, en los sitios donde se la está tratando de
ultrajar.
Tras esto, la vida sigue. San Isidro no está siendo la gran
feria, pero sí está dejando cosas para el recuerdo. Por
desgracia, esta será una de ellas, en un torero que parece
que volvía a estar en el sitio que nunca debió perder.
Ahora, lo que deseamos es que Julio Aparicio vuelva pronto,
y si es en Madrid mejor que mejor. Madrid fue la plaza de su
padre. Él también ha dejado su sello varias veces, y el
pasado viernes dejó sobre el ruedo parte de su sangre. Es la
fiesta de los toros.
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