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OPINIÓN - LUNES, 24 DE MAYO DE 2010

 

OPINIÓN / SNIPER

Ceuta, Marruecos y la mano que mece la cuna (y II)
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Ceuta y Melilla son al día de hoy una “patata caliente” tanto para el estado detentador de su soberanía, España, como para el aspirante a poner pie en las plazas, Marruecos. Máxime cuando dos nuevos actores en liza contribuyen, bien a amortiguar las diferencias (la globalización), bien a encresparlas llevando las aguas a su molino: el terrorismo islamista travestido de salafismo yihadista. Agente este último que podría, en un momento dado, cortar la baraja poniendo a los pies de los caballos los intereses hispano-marroquíes.

Por otro lado y pese a los discursos oficiales y mediáticos (el de ayer en La Razón tiene su guasa), la realidad demográfica es que Ceuta es una ciudad crecientemente marroquinizada, en personas y en cultura: así, el mayor crecimiento humano de Ceuta y Melilla procede del hinterland marroquí, acogido a una abusiva interpretación de la Ley de Extranjería con el callado beneplácito de las autoridades españolas. ¿Quieren que hagamos números?. Es decir, estamos hablando de ciudadanos españoles con documentación marroquí que, en su momento, Rabat podrá reclamar como propios y con ello el territorio, caso por ejemplo de devenir algún conflicto social en ambas ciudades y que se vaya de las manos. Así, los recientes sucesos en El Príncipe (recuerde el lector que este escribano ya advirtió hace años de los primeros signos de “kale borroca”) son un aviso más. También se está dando una colusión operativa a doble banda entre el narcotráfico y el islamismo radical. En síntesis, Ceuta avanza hacia un modelo de ciudad islamista (no islámica) bajo bandera española, una especie de navío corsario, virtual Caballo de Troya en el flanco sur (el más inestable) de la Unión Europea. Bajo esas hipotéticas condiciones, ¿nos merece la pena seguir en Ceuta…?. Como adelanté hace diez años, la evidencia ya estaba en la calle, cualquier militar sabe que cuando una posición está tomada (y tanto Ceuta como Melilla lo están) solo hay tres opciones: cargar heroicamente a la bayoneta, replegarse/o retirarse, o pactar un modus vivendi con el enemigo.

Efectivamente, los cascos históricos de Ceuta y Melilla nunca fueron marroquíes (salvo si entendemos como tales las expansiones imperialistas de almorávides y almohades… pero en ese caso también Marruecos debería reclamar parte de la Península hasta más allá del Tajo), no así su perímetro exterior (Puertas del Campo en Ceuta), ex territorio de la tribu de Anyera incorporado al perímetro defensivo de la ciudad tras la Guerra de África (1859-1860) y el Tratado de Paz de Wad-Ras. ¿Qué pasa, acaso no es vinculante para el Marruecos actual o acaso es que el Reino Alauí no respeta lo que firma…?. Ya en el plano inmediato, ¿qué hay de la misteriosa carta de Zapatero a Mohamed VI…?. Porque, tras la crisis abierta con la visita de los Reyes de España a Ceuta y Melilla y la retirada unilateral de su embajador en Madrid, Rabat dejó bien claro, clarísimo, que la vuelta del mismo y las relaciones diplomáticas plenas solo serían posibles si se habría un diálogo con España, algo así como una célula de reflexión sobre sus plazas africanas, vamos las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla. Más: años antes y en mi presencia, el diplomático Máximo Cajal aseguró a cualificados interlocutores marroquíes que Zapatero habría dado luz verde a un “diálogo franco”. Por no hablar de la letra pequeña de los Pactos de Barajas tras nuestra salida del Sáhara Occidental… ¿Habrán éstos tenido que ver con la polémica decisión de Fraga Iribarne de incluir en su famoso Libro Blanco una cesión, progresiva, de Ceuta y Melilla a Marruecos… Porque todos los hechos apuntan en esta dirección. Yo solo levanto acta. Visto
 

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