LUNES. 17
Creo haber dicho en repetidas ocasiones lo bien que me cae
Pablo Ferreras Guerra. Así que no tengo el menor
inconveniente en redoblar el tambor. Y él lo sabe. Por tal
motivo, cuando coincidimos en sitio que solemos frecuentar,
nos ponemos a charlar de manera desinhibida. Porque Pablo, a
pesar de su juventud, es persona madura a quien uno puede
exponerle con claridad asuntos que a primera vista parecen
enrevesados. Pablo es un empresario que ha obtenido ya
éxitos más que estimables. Los que le hacen ser ambicioso. Y
está en su derecho. Pero también es cierto que debe contener
a veces sus deseos irrefrenables de crecer en otros
aspectos. Pues lo que más le sobra a Pablo, además de
cualidades, es tiempo. Dada su rabiosa juventud. Hoy, en
plena conversación, he tenido a bien recordarle la suerte
que tiene de contar con amigos que en momentos difíciles
para él han sabido estar a la altura de las circunstancias
exigidas por sus problemas. Aunque sólo fuera por ello, PFG
debería no haber actuado a la ligera en algo que yo le
recordé.
MARTES. 18
Fue el 18 de marzo pasado, en el Salón de Actos del llamado
pomposamente Palacio Autonómico, cuando asistí a una
conferencia dada por Antonio Fernández Naveiro,
notario de esta ciudad, sobre el tema “Papeles que fueron
vida”. Y le dediqué una columna para tratar de agradecerle
lo mucho que me había divertido con su forma de expresarse.
Como hombre vital que me pareció, he aquí uno de los
párrafos de aquel escrito: “Nuestro notario transmite
optimismo y alegría al expresarse. Su cultura aflora como si
tal cosa. Es conversador ameno. Y su vitalidad está
revestida de un humor aldeano que luce al amparo de una
existencia rica en tratos personales de quien se siente
querido por sus amigos y respetado por sus conocidos”. Pues
bien, hoy, encontrándome yo en un restaurante, se me acercó
don Antonio a darme las gracias a la par que alegaba no
haberlo hecho antes por problemas con mi número telefónico.
Pero hete aquí que yo, despistado como nunca antes lo había
estado, no me acordaba de él. Ni de lo que me estaba
diciendo. Pues lo había confundido con otra persona. Hasta
que de repente caí en la cuenta de que era don Antonio
Fernández Naveiro, notario de esta ciudad, y conferenciante
de altos vuelos. Y le pedí, cómo no, las disculpas
correspondientes.
MIÉRCOLES. 19
Decido tomar el aperitivo, un día más, en el Hotel Parador
La Muralla. Donde me siguen atendiendo sus empleados como
siempre: de manera extraordinaria. Y cuando estaba
recordando épocas pasadas en el famoso ‘Rincón’ de la barra,
se acercaron a saludarme Fernando Jover y Enrique
Ávila: director y secretario de la Universidad Nacional
de Educación a Distancia en Ceuta. Y nos pusimos a pegar la
hebra. Como mandan los cánones. A la tarea de charlar se
sumó también Pedro Fernández, el director del
establecimiento. De quien me toca decir por enésima vez que
es un tipo tan encantador como fiable en todos los sentidos.
Un día habré de dedicarle una columna a este señor que suele
estar siempre en su sitio dando clases de buenas maneras con
una sencillez pasmosa. A lo que iba, que aproveché la
ocasión para darles la tabarra a Fernando y a Enrique acerca
de un asunto que a mí me interesaba que ellos conocieran. Y
supieron aguantarme a pie firme. Así que se han ganado con
creces el derecho a que yo acepte la invitación que me
hicieron para que les visite una tarde en el edificio de la
universidad.
JUEVES. 20
Mario Fernández Román llegó un día a Ceuta,
procedente de Algeciras, y entró a formar parte de las
reuniones que mantenemos en el Hotel Tryp a la hora del
aperitivo. Mario ofrece Frío Industrial. Y creo que a la
empresa se la conoce por el nombre de Unitermia. En
realidad, a mí lo que me interesa es destacar el
comportamiento de Mario en las tertulias que se improvisan
en el establecimiento hostelero. En las que se distingue no
sólo por ser buen conversador sino también porque evidencia
una inmejorable disposición para saber escuchar a los demás.
Mario, a la chita callando, se ha ganado al afecto de
cuantos llevamos mucho tiempo acudiendo a la cafetería del
Tryp. Y buena prueba de ello es que los días que le toca
trabajar en la ciudad acude puntualmente a la cita con
nosotros. En ocasiones, le agrada sobremanera que yo le
recuerde pasajes de mi vida de cuando fui entrenador del
Algeciras. En una época en la cual él tenía 3 años. Y es que
Mario acaba de cumplir 39.
VIERNES. 21
Hace ya varios meses, me presentaron a Enrique Marín.
Y allá que nos pusimos a charlar de cosas variadas para
terminar hablando de fútbol por los codos. Y pude darme
cuenta de que su madridismo tan acendrado como el mío, no le
impedía reconocer los muchos errores que la directiva
madridista viene cometiendo. Como tampoco era partidario de
dar su visto bueno a esa sobreprotección que la prensa
deportiva madrileña le dispensa tanto a Casillas como
a Xabi Alonso. Enrique Marín es aparejador de la
empresa Africana Contratas y Construcciones SL, de Ceuta.
Hoy nos hemos encontrado en la Feria de la Construcción y no
hemos tenido el menor inconveniente en volver a trabar
conversación. Y, nuevamente, me ha vuelto a demostrar que
chanela de fútbol. Amén de ser un tipo afable, sencillo, y
que se lo pasa en grande pegando la hebra. Y a mí me toca
dar cuenta del hecho.
SÁBADO. 22
El lugar se llama Arroyo de las Colmenas. Y en él existen
varios negocios. Negocios que, de un tiempo a esta parte,
están siendo visitados por los cacos nocturnos. De modo que
sus propietarios están tan trinantes como preocupados. Nunca
antes, a pesar de que jamás fue sitio que mereciera atención
por parte de las autoridades, los robos se habían convertido
en algo habitual. Hablo con el encargado de un almacén y me
dice que rara es la noche en la cual los ladrones no
consiguen llevarse mercancías. Y, claro, ha cundido la
alarma. El encargado lo achaca a que antes había un vecino,
dueño de una especie de chatarrería, que en cuanto veía
movimientos sospechosos llamaba a la policía. Pero que el
vecino ya no está. Y ya aprovecha la ocasión para contarme
que el lugar está abandonado en todos los sentidos: carente
de luces, sin asfaltar, y con escasez de accesos. En
relación con los vigilantes nocturnos, su opinión es que no
consiguen realizar bien la tarea. Y no se explica las
causas. En fin, que aquí queda registrada la petición de
ayuda de los propietarios de los negocios existentes en el
lugar llamado Arroyo de las Colmenas.
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