Cuatro millones y medio de parados no pueden esperar más
Es innegable la incapacidad y necedad por imprudencia del
gobierno socialista que nos ha llevado a esta calamitosa
situación haciendo agonizar las cuentas del Estado. Y fíjese
que digo Estado y no Gobierno.
La falta de “Razón de Estado” en este Gobierno, demostrada
en un proceso continuado de despersonalización de identidad
española, o la utilización del mismo término maquiavélico al
más puro estilo Richelieu para la aprobación de medidas de
dudosa ética o simplemente tiránicas. Ha permitido que, con
el apoyo corresponsable de partidos minoritarios, lleven a
muestro país a un escenario dantesco en el aspecto
económico, laboral, judicial y social.
El carácter de huida hacia delante del progresismo, hace que
adopten medidas embaucadoras y populistas, o que estas sean
de cortedad de miras y distancias, y además vanagloriados en
su propia retórica estafadora, desprecien las aportaciones
de la derecha.
Como ciudadano de esta gran nación que es España, asistir a
la aprobación de los mayores recortes sociales de la
historia de la democracia, y hacerlo acompañado por un tirón
de orejas de Merkel y Obama, me ha provocado vergüenza en el
sentido de estimación de la propia honra. No me avergüenza
nuestro país, me avergüenza nuestro Presidente, Zapatero,
sus acólitos y palmeros.
Me avergüenza que el Presidente de España y sus 656 asesores
no tengan otra idea que hacernos pagar más a todos. Porque
cobrar menos por el mismo trabajo, o las mismas pensiones
con más impuestos y un IPC positivo, o no percibir derechos
sociales ya conseguidos, es pagar más. A cambio, más
ceguera: ni un recorte en el sobredimensionado Gobierno, con
tres vicepresidencias (EEUU tiene una) y 17 ministerios, ni
un euro menos a sindicatos (los de la ceja incluidos),
partidos políticos y organizaciones patronales. Existen
tantas partidas presupuestarias en las que recortar antes
que en las pensiones, salarios y derechos sociales que
cualquier alumno de bachiller lo haría mejor que el Consejo
de Ministros.
Este país no se merece un Gobierno que le mienta, Rubalcaba
dixit. Tampoco merece ser un 24% más pobre que en el 2007,
ni que se fustigue a sus pensionistas, madres y
trabajadores, ni una plétora de ocurrencias por no llamarlas
majaderías de su Consejo de Ministros.
Este país merece un Gobierno que le permita ser reflejo de
marca de sus ciudadanos: honestos, trabajadores,
perseverantes, pacientes, solidarios, serenos y sobrios. Ya
va siendo imperiosa la hora de unas elecciones generales. Y
lo va siendo primero porque es el sentir popular, y segundo
porque el tiempo apremia. Más de cuatro millones y medio de
parados no pueden esperar más.
* Diputado de la Asamblea de Ceuta
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