Eso es evidente. Porque “Ratón” el
toro sanguinario, en sus intervenciones profesionales, ya
contabiliza un muerto e innumerables heridos. Desde luego y
desde el punto de vista de la mojigatería imperante, ese
astado es “muy” políticamente incorrecto. Llega el festejo
popular donde, el Alcalde, ha conseguido cubrir el elevado
caché que solicita el altivo manager de “Ratón”, el pueblo
enloquece, se anuncia a bombo y platillo la gala del
artista, el público acude en avalancha para contemplar la
actuación, cámaras de video en ristre para tratar de vender
las imágenes a algún programa tipo “Impacto total”, tiririii…
Emoción inenarrable ¡Y aparece “Ratón”! el gentío enloquece
“¡Viva Ratón!” El astado hace gala de los instintos de un
gato rabiando, se escupe en las pezuñas, eriza el rabo y se
lanza a cornear a todo el que se precie, cornada por aquí,
pateo por allá, si hay una tarima la escala para tratar de
finiquitar a los que se encuentran en lo alto, la multitud
brama de júbilo cada vez que un mozo resulta lesionado y si
, el artista, le mete a uno el cuerno hasta las trancas
resuena un ¡Oohhh…! De horrorizado embeleso y luego la
ovación. Cuanta más sangre y más descalabrados más aplauden.
Aplauden hasta el punto de que, para recordar cuando un
político mereció aplausos tan sonoros hay que retroceder
lustros y lustros. De hecho, no guardo en la memoria mitin
alguno donde los asistentes rozaran el paroxismo y la
exaltación total. Nada que ver con la tibia corrección de
los actos de Rajoy o de Zetaparo, realmente, para conseguir
tamaño entusiasmo sería conveniente que los pelotilleros que
hacen de “asesores de imagen” se plantearan con seriedad la
idea filosófica y cartesiana de, inmediatamente antes de los
mítines, ofrecer a los asistentes un botellón. Quiero decir
solo botellón, con bebidas gratuitas, el que quiera
emporrarse o empastillarse que se lo traiga de su casa y así
se animan ¿Qué preguntan? ¿Qué si darían también gratis agua
mineral de Solán de Cabras para los pastilleros? No.
Rotundamente no. Pero tampoco hay que cortar el agua de los
servicios porque eso es jugar sucio. ¿Qué si estoy indicando
que para aguantar un acto político, con sus correctas
mentiras, elegantes falsedades, críticas medianamente
airadas de las mentiras y voz de pito para destacar las
falsedades, siempre desde la más acrisolada educación, hay
que ir borracho o empastilláo? ¡Yo no he dicho eso! Solo he
remarcado cómo, para conseguir los alaridos de entusiasmo
que provoca el sanguinario “Ratón” con sus feroces
correrías, los políticos no tienen más remedio que montar un
botellón preliminar para que el personal vaya “tan agustito”
agradecido por las libaciones de gorra y dispuestos a
divertirse y a liarla, aunque hable Pepiño Blanco que es más
aburrido que aprenderse de memoria el almanaque Zaragozano.
En esas condiciones, capaz es de salir Zetaparo y la gente
recibirle tocando palmas por bulerías. Y que la inexpresiva
Cospedal suelte el correctísimo discurso con tono de maestra
Ciruela y el público aúlle con delirio porque, uno de los
que siempre colocan detrás para salir en la tele
aplaudiendo, azuzado por el estado etílico, se ha puesto a
bailar el himno del PP con coreografía de Belén Esteban para
justificar los traspiés y el desmadejamiento.
De hecho ¿Por qué el inefable Arriola no asesora a Rajoy
para que contrate a “Ratón” como fin de mitin? ¿Se figuran?
Años y años de “centrada” distinción, rigor expositivo y ni
una salida de tono que contabilizar, para comprender que, la
irrupción del bravo “Ratón” en el escenario del mitin y el
consiguiente lío del Montepío, conseguirían más votos en un
cuarto de hora que los remilgados dirigentes hablando
durante un año. ¿Se figuran al Camps embestido por el
“Ratón”? El atildado valenciano esquivando a la furia con
cuernos y trepando por los mástiles de las banderas con el
elegantísimo traje a medida hecho unos zorros y Alberto Ruiz
Gallardón encaramado al atril invocando al espíritu de
Polanco y Esperanza quitándose la chaqueta para amagar unas
verónicas y encandilar a los aficionados. ¡Culminación
apoteósica!.
¿Por qué se quejan ahora? ¿Qué tanto la izquierda pijoprogre
como el centroderecha abominan del populismo? Eso es
mentira. Bien que, cada vez que tocan elecciones, se pirran
por hacerse la “afoto” con un niño en brazos y recorrer los
mercados saludando a los pescaderos, ya saben, sensación de
cercanía, astutísimo marketing made in Arriola, ese enorme
imaginativo que prefiere que, sus jefes, abracen a tiernos
infantes o se hagan la foto étnica antes que verles
acuclillados a la vera de un yonki todo hecho polvo para
interesarse por si, ese día, ha conseguido dinero para la
paquetilla.
¿Lo ven? Nadie tiembla de emoción ante un político, pero
todos adoramos a “Ratón” y nos indigna un poco el que esté
tan crecido que aplaza sus apariciones estelares : tan solo
seis al año. Y haciéndose rogar. Hasta el punto de que los
científicos babean por clonar al campeón y crear una estirpe
de “incorrectos políticos” para la posteridad. Curioso.
“Ratón” no es solidario. Ni tolerante. Ni pacifista. Ni
antisistema. Al revés, le encanta el sistema y le encantan
los festejos para cornear con violencia extrema y ponerse
las botas alardeando de inimputabilidad. Se ve que es un
toro bravo español. Y, los españoles, desconcertados y
viendo peligrar nuestras raíces y nuestra identidad,
nosotros, que estamos tan solos, vemos a “Ratón” y es como
si se encendiera una bombilla en nuestro cerebro y nos
abrumaran los recuerdos tatuados en el ADN.
No queremos más tertulias televisivas de encorbatados y
marisabidillas, dale que te pego, diciendo siempre lo mismo.
Vale, que aparezcan los políticos con la rueda de prensa,
pero como glorioso colofón y representando a los electores
que irrumpa “Ratón”. ¡Viva “Ratón”! ¡”Ratón” for president
¡.
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