Sorprende oírla hablar como si tal cosa de que el centro que
dirige, el CEIP Mare de Deu de Montserrat, ha conseguido que
el porcentaje de sus alumnos que adquiere las competencias
básicas ha pasado del 17 al 85% en nueve años, el mismo
tiempo en el que sus aulas se han llenado hasta los topes de
inmigrantes, sobre todo marroquíes. Núria Marín, que esta
semana cerró el curso ‘Comunidades de Aprendizaje’ del
Centro de Profesores y Recursos (CPR) de Ceuta, es el mejor
ejemplo práctico de que el fracaso escolar no depende tanto
del perfil del estudiante como de las prácticas educativas
del docente. El mes pasado periodistas de 22 países la
visitaron para conocer el milagro. Aquí se lo cuenta a los
ceutíes.
Directora del Colegio de Educación Infantil y Primaria (CEIP)
Mare de Deu de Montserrat de Terrassa (Barcelona) desde hace
doce años y profesora en este centro desde hace más de
veinte, Núria Marín, que sigue contestando al teléfono la
primera como si tal cosa, lidia cada día con más de 200
niños y niñas en un barrio “de precariedad económica y
laboral con un elevado porcentaje de población extranjera,
principalmente marroquí”.
Por el contexto en el que trabaja y porque, con su trabajo
cotidiano, se ha convertido en el complemento práctico
perfecto de los teóricos de cabecera, como Ramón Flecha, del
movimiento de las Comunidades de Aprendizaje, el Centro de
Profesores y Recursos (CPR) la trajo esta semana a Ceuta
para dar cuenta de su experiencia personal tras haber
convertido, hace ya ocho años, su colegio en un modelo de
implementación de las “actuaciones de éxito” que Bruselas
conoció el pasado 18 de noviembre y el Parlamento europeo
instó inmediatamente a poner en práctica a todos los países
de la UE.
Alrededor de Flecha y del Centro de Investigación en Teorías
y Prácticas que superan desigualdades (CREA) de la
Universidad de Barcelona funcionan actualmente en España 89
centros educativos como Comunidades de Aprendizaje sobre las
teorías y prácticas reconocidas por la Comunidad Científica
Internacional como efectivas para “responder de forma
igualitaria a los retos y necesidades que se plantean a las
personas y colectivos en todas las demás transformaciones
sociales que se están produciendo en la sociedad actual”.
“Funcionan”, corrobora Marín, que en su CEIP trabaja con
aulas en las que el 80 y hasta el 90% de sus alumnos son de
familias inmigrantes. También lo hacen en escuelas como
aquella de Albacete que en 2006 saltó a las portadas de los
medios de comunicación por la negativa del profesorado de
entrar en el centro y que ahora, tras una actuación
educativa de éxito, ha reducido a mínimos el absentismo y ha
aumentado el número de matrículas y el rendimiento escolar
de sus alumnos.
En nueve años, mientras la pluralidad étnica, cultural y
lingüística de los estudiantes del Mare de Deu se
multiplicaba, sus resultados académicos también lo hacían:
el porcentaje de niños y niñas que superan las competencias
básicas ha pasado del 17 al 85%. A finales del mes pasado
periodistas de 22 países visitaron el colegio para constatar
el milagro.
Marín explica cómo cayó su claustro del caballo: “En 2001
seguíamos enviando alumnos al instituto sin éxito escolar y
recibimos la visita de un educador que nos advirtió del
cambio demográfico del barrio y el colegio y nos instaron a
conocer el proyecto de las Comunidades de Aprendizaje”,
recuerda. El equipo directivo se animó a ver qué era aquello
en un colegio cercano “y pedimos más información”.
Si hoy el Ministerio anima a los centros ceutíes a elaborar
Planes de Mejora hace ya nueve que la Generalitat hacía lo
propio con los catalanes. El Mare de Deu optó por esta senda
y contactó con el CREA: “Había actitudes escépticas pero
tiramos hacia adelante y entramos en la fase de
sensibilización”. “Al final”, prosigue, “el profesorado, los
padres y el Consejo Escolar respaldaron esta apuesta y
comenzamos a introducir actuaciones de éxito como los grupos
interactivos, la biblioteca tutorizada, formación de
familiares los sábados, introducción de voluntarios en las
aulas...”.
Los cambios llegaron pronto de la mano de docentes recién
llegados, menos reacios a cambiar su rutina. “Cuando todos
vimos que con esas prácticas la tensión bajaba y que el
profesor ganaba bienestar profesional y emocional fuimos
avanzando”, explica Marín.
¿Dónde están los voluntarios? Este CEIP los captó “con el
boca a boca”; ligándose a universidades de Magisterio,
Pedagogía, Psicopedagogía o Educación Social; en las
familias de los alumnos; en docentes retirados sin ganas de
quedarse en casa... “En España ser voluntario con rigor no
lo tenemos muy integrado pero quienes se consolidan son muy
fieles”, abunda la directora, que maneja un grupo de entre
25 y 35 voluntarios estables.
El tema está en no dramatizar. “Si no vienen no pasa nada,
se trabaja de otra manera; si lo hacen, mejor”, advierte
sobre una práctica que se asume con el tiempo y formando
también al colectivo docente.
“Nosotros privilegiamos las asignaturas en catalán, que es
la lengua que da éxito escolar y que no se habla en nuestras
calles, el idioma precario, las Matemáticas y el Inglés para
tener varias personas en clase con el profesor que le ayuden
en su labor y propicien la interacción entre los propios
estudiantes para que se ayuden entre sí”, amplía.
Y funciona. “Es difícil de medir, pero estoy convencida de
que un alumno que entra en cuarto curso en nuestro colegio
tiene más posibilidades de éxito que uno que lo haga en otro
colegio”, dice Marín, que tiene un mantra: “No es cierto, y
aquí se demuestra, que la inmigración u otros factores
lastren los resultados académicos en sí mismo”, advierte,
“de lo que dependen es de las prácticas educativas, de si
son inclusivas o no, para ayudar al niño a aprender más”.
Tópicos desmentidos
Más tópicos desmentidos. Es cierto que a quien menos tiene
tampoco le sobra el tiempo “pero nosotros no culpabilizamos
por ello a las familias”. “Esos niños”, matiza, “no tendrán
a su entorno concienciado de que lo educativo es
prioritario, pero nosotros intentamos que darle herramientas
que compensen esa carencia en casa y si en una clase con un
solo profesor este no puede preocuparse más por él en otra
con cuatro o cinco adultos, sí”. ¿Tener otra lengua materna
condena al fracaso escolar? Pues tampoco. “A esos niños
marroquíes si les sacas del aula les haces tener una
expresión oral forzada y poco útil, pero un grupo
interactivo, cuando les haces esforzarse por hablar, mejora
el aprendizaje viendo y oyendo a sus iguales”.
El giro copernicano está, pues, en el objetivo último de la
asistencia a clase. No se trata de aprobar un examen, de lo
que Marín llama “currículums de la felicidad”, sino “de
tener en cuenta que el niño viene a la escuela a aprender
para entrar en un mundo laboral estable. “Lo que no queramos
para nuestros hijos no lo queramos para los demás”, repite
la directora el lema fundamental de las Comunidades, que en
su caso orienta sus prácticas fundamentalmente “a los
alumnos de sexto que se irán al instituto y no les podremos
ayudar más y a los grupos con muchos niños actitudinales que
hacen difícil el aprendizaje”.
¿Cuánto cuesta todo esto, señora Marín, usted que lo sabe de
primera mano? “Formar a los profesores tiene un coste”,
reconoce, “pero a partir de ahí entender las cosas desde un
punto de vista participativo, superar el miedo, trabajar y
construir soluciones entre todos no cuesta dinero”.
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Superar “desde una pedagogía de máximos” el riesgo de
exclusión
de un alumnado plural, desencantado y con escaso éxito
escolar
“Transformar una escuela en
Comunidad de Aprendizaje”, advierte Núria Marín sobre un
camino por el que se han interesado seriamente en Ceuta los
CEIP Mare Nostrum y Vicente Aleixandre, “significa iniciar
un proyecto de transformación social y cultural de un centro
educativo y de su entorno”. El Mare de Deu de Montserrat es,
por su perfil sociológico, un buen espejo en el que ambos
centros ceutíes pueden mirarse. Ubicado en el barrio del
mismo nombre del Distrito II de Terrassa, la directora
describe su entorno como una zona “deprimida” de
características económicas similares a las de la periferia
de la ciudad autónoma. Su alumnado también tiene un alto
porcentaje de estudiantes con otra lengua materna: destaca
un alto número de alumnos de países extracomunitarios (casi
la mitad de los inscritos), procedentes sobretodo de
Marruecos, aunque también hay una menor proporción de
alumnos latinoamericanos y alumnos de etnia gitana. Los
problemas y retos a los que se enfrentaba cuando decidió
convertirse en Comunidad de Aprendizaje también son
parecidos a los de muchos colegios e institutos ceutíes:
diversidad de alumnado y familias, fracaso escolar y
desencanto generalizado. En 2002, el profesorado y las
familias decidieron hacer una apuesta “radical” en su centro
“para superar desde una pedagogía de máximos el riesgo de
exclusión social al que se enfrentaban nuestros niños y
niñas”.
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