El idioma arameo de un niño, en
este caso el niño de ticó, era que para reconocer en el
habla a mi hermano Juan Carlos, el primo, la descripción era
pacarlos el pi, .
Ultima entrega de la versión extendida del chato a la playa,
y fue que a principios de los ochenta, volvió el auge de los
chiringuitos, por lo menos se pusieron dos bastante buenos
en el Chorrillo y el final de esta historia, fue que siendo
un domingo nublado y agradecido, por el cuerpo después de
tanto calor y sol, estuvimos haciendo cabriolas y nadando,
salimos del agua, ya con el monedero y la calderilla para
tomar un chato a la playa. No reparé en sólo había para una
tapa, la tortilla se salía del plato, no estuve atento, a
eso de compartir con mi hermano la tortilla y el se quedaba,
“pelao” con el refresco. El señor del bar, que con su
experiencia y sus canas , nos llamó y como un banderillero
hizo su gesto de pinchar en el exquisito plato, y preparó
otro pincho de tortilla para mi hermano. Que razón tenía el
que te porfiaba con la famosa frase de PATI PA TU HERMANO,
ahí está el recuerdo de esas perlas de la Bahía Sur, de esta
concha marinera, la Ribera y el Chorrillo, tenían sus
chinos, hoy tienen su arena, entre medias encallada quedó mi
pluma, en sus rocas y en sus espigones, y toita sus
murallas, GUARDAN TODAS MIS EMOCIONES.
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