|
Quién ha dicho que no existen los complejos?. Según la RAE,
los complejos son un conjunto de ideas, emociones y
tendencias generalmente reprimidas y asociadas a
experiencias del sujeto/a, que perturban su comportamiento.
Por traslación, el comportamiento perturbado puede llevarse
a extremos tales como aplicar normas acomplejadas al entorno
más próximo, incluso al laboral, que por mimetismo adopta
métodos que clavan el estereotipo maniático.
El absurdo llega a lo alucinante, por lo obsesivo del
trauma. Me voy fijando día a día y he tomado otra manía, la
de ir marcando la de veces que los medios repiten aquello de
“como ya informó tal medio” “Tal y como informó tal otro”...
Fíjense y hagan como yo, más que nada para que la lectura
diaria de noticias les sirva además para esbozar una
sonrisa, con cierto toque de mofa.
De tal calibre es lo que se observa cada día, que en
cualquier momento nos vamos a encontrar algún día con cosas
como: “Hoy, como ya adelantó este medio ayer, lloverá
durante toda la jornada” o “Tal y como informó este diario,
el verano llegará en junio cargado de sol y de crisis, una
tesis que mantiene este medio”.
Es curioso comprobar la exageración de recursos de este
tipo. No deja de ser increible el constante autobombo, más
propio de un estado inestable y relacionado con una escasa y
patente credibilidad. La credibilidad se gana día a día
mediante la rigurosidad y el contraste informativo. El
constante vaivén, la irregularidad y el desprecio diario a
la verdad tiene sus consecuencias en los lectores, pese a
que los muy cortos intenten propalar aspectos de antaño que
en nada se parecen a los tiempos actuales.
Es todo un ejercicio y todo un canto desesperado por la
incapacidad que subyace en esas actitudes. Tal desesperación
por recuperar el tiempo y el espacio perdido queda reflejado
en las constantes coletillas que ya nadie cree y sólo sirven
para causar unas veces sonrisa y las más carcajadas
desternillantes. Sólo son complejos, que le vamos a hacer,
quién les ha visto y quién les ve, como dice un veterano del
lugar.
|
OPINIÓN
/
EL ESPEJO
