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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 19 DE MAYO DE 2010

 
OPINIÓN / EL 7º DE MICHIGAN

La burbuja democrática y la falta de autoridad

Por Fidel Raso


L a democracia española lleva creciendo sin control muchos años y algunos pensarán que eso es imposible, entre otras cosas porque quizás suene hasta raro. ¿Una democracia puede crecer de manera incontrolada?: Sí, y el caso español es un buen ejemplo.

Los españoles hemos pasado de hacer una Transición ejemplar (¿?), a ser un ejemplar en transición permanente.

¿Por qué estamos en transición (política) permanente? Lo estamos por algo muy sencillo: nuestra clase política es un ente enfermizo obsesionado con la idea de crear leyes continuamente, lo que le es mediáticamente muy rentable y, además, le permite retroalimentarse de forma permanente con la creación de nuevas leyes que se apoyen en las leyes anteriores. Una espiral tan obsesiva y astuta como potencialmente demagógica en muchos casos. Crear leyes, normativas, u ordenanzas nuevas puede ser obra de gestores brillantes pero también de auténticos estafadores de la cosa pública por muy democrática que se vista el Boletín Oficial de turno.

Hemos reventado nuestro Sistema Judicial hasta dejar a los jueces “bajo sospecha” por su “adscripción ideológica”. Estamos reventando nuestra Seguridad Social o nuestro Sistema Sanitario por una descentralización por parcelas autonómicas desquiciante. De nuestras Fuerzas Armadas sabemos que los generales son mudos hasta que les dejan hablar únicamente de lo bien que se hace la ayuda humanitaria, como si las Fuerzas Armadas españolas se hubieran convertido en la ONG más cara de nuestros Presupuestos nacionales.

A las Fuerzas de Seguridad del Estado llevamos camino de convertirlas en figurantes inactivos, porque los asesores de turno hacen correr la idea de que el uso de la porra quita votos y que el constitucional derecho al uso de la fuerza por parte de Estado no es aconsejable porque se refleja en el escrutinio final de las elecciones de turno y hay que respetar el voto de los agresores aunque los agresores no voten.

Estamos viviendo el triste espectáculo de ver a los representantes y portavoces de instituciones o partidos políticos lanzarse tonterías lingüísticas del tipo “tú más” como si lo que representan fuera de su propiedad y tan limpio como el corazón de una Inmaculada.Sin decir nada de las peleas dentro del partido que a eso sí que da miedo asomarse.

Con lo Sindicatos (de clase) me debato entre dos frases de ‘Gladiator’. Una es cuando el general les dice a sus hombres antes de la batalla (manifestación): “Fuerza y Honor”, otra cuando el mismo personaje le dice al emperador (empresarios): “Tus días de gloria han terminado”. Difícil dilema. El caso es que el general se muere.

Dentro de la burbuja democrática resulta que los periodistas nos reímos de los mendigos alemanes y nos ponemos serios en las ruedas de prensa españolas, que es donde nos dan publicidad ya masticada en forma de noticia.

También dentro de la Burbuja democrática los bancos hacen su agosto desde enero a diciembre y a cambio nos regalan comprensión por los difíciles momentos que pasamos “todos”.

Pero no debemos preocuparnos, el legislativo seguirá pariendo leyes, ministerios y burócratas mientras nuestros médicos, jubilados, policías, jueces, pensionistas y maestros, entre otros, seguirán pagando una mala práctica política a la que eufemísticamente se llama ahora “crisis económica”, que es como históricamente se ha llamado a todas las crisis desde que se murió el rey egipcio Akenatón.

A nivel internacional; qué contar. Mientras no le devolvamos el puñal a Guzmán ‘el Bueno’ el reciente estado de Marruecos seguirá reclamando Ceuta y Melilla con la excusa de que el Al Garb va desde Camerún hasta Bilbao de norte a sur y desde la isla de Pascua hasta San Sebastián de oriente a occidente.

Dentro de la burbuja democrática tenemos que en la barriada del Príncipe un majara se pega un tiro en la pierna él solito y le apoyaremos en su paranoica historia con titular a cinco columnas que invite a redactar nuevas leyes preventivas. Mientras tanto la policía sólo debe usar la porra para repeler las piedras a modo de béisbol americano. No sea que le peguemos un porrazo al agresor y la familia se enfade y no vote porque no vota nunca, entre otras cosas.
 

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