Qué quieren que les diga? El
título de este artículo no es, en absoluto, original, pero,
como supongo que comparto con ustedes el afán reivindicativo
por “lo nuestro”, no puedo sustraerme al embrujo de los
dichos y refranes de nuestra preciosa lengua española. Que
es la mejor para rezar, vale. Y también para cantar “El
novio de la muerte”, de acuerdo. Y que, para los yoghis
españoles, en lugar del Sa-Ta-Na- Ra-Ma o el OM que se
pronuncia uommm… nuestro mantra favorito es el que dice “La
Virgen del Rocío, no es obra humana. Que bajó de los cielos,
una mañana. Eso sería, para ser Reina y Madre de Andalucía”
y lo recitamos para vaciar la mente, aprovechar el prana,
que para eso es gratis y llegar a un estado de paz total.
¿Qué dicen? ¿Que, en mi barriada, con más de la mitad de los
vecinos en el “paro del ladrillo” utilizan el idioma que
acarició Mio Cid para cagarse en la última bocaná de los
muertos de quienes nos han llevado a esta ruina? Bueno,
seamos conciliadores, nuestro español es como el chicle de
goma, que se estira y estira, porque está más vivo que las
penurias que está pasando el pueblo ¡Y esas sí que están
vivitas y coleando!.
Además, tras quince borrascas desde noviembre hasta la
fecha, andamos como andamos, despavoridos, estragaítos y
plenamente conscientes de que, aunque lo diga una vidente en
Tele 5 en el Sálvame de Luxe, el desdichado Julián Muñoz no
es el único que anda embrujado por la macumba que le manda
hacer la Pantoja, sino que también a nuestra España le han
echado un mal de ojo. Todos los que nos gobiernan son gafes
y están ahítos de mal vagío; a más de una ministra se le
está poniendo cara de mutante y el personal anda
descompuesto por aquello de las profecías bíblicas sobre el
Anticristo. Para servidora que, mejor que llamar a los
grandes economistas, sería infinitamente más ventajoso
contratar a ese cura español con gafas que es el único
exorcista acreditado del país y ponerle en la puerta del
Congreso a cantar gori-goris y rociar a todo quisque con el
agüilla del hisopo para espantar al Maligno. Y les garantizo
que, más de uno y más de veintiuno, saldrían echando leches
y atufando a azufre.
¿Qué murmuran con la lividez retratada en sus rostros? ¿Que
dice la profecía que “Los hijos de las tinieblas son más
listos que los hijos de la Luz”? De acuerdo, entonces hay
que descartar el entronque directo con el Mal, porque “estos
de ahora” de listos tienen poco y como diría Antonio Burgos
la mayoría han pasado del fracaso escolar y la mediocridad
más lastimosa al coche oficial, así que, de inteligencia
diabólica es de lo que menos pueden fardar, ni diabólica ni
de ningún otro tipo. Pero el mal fario que arrastran es
innegable, han jodido hasta la meteorología, borrasca va,
borrasca viene, lluvia por aquí, inundación por allá,
turismo al garete y son tan sombríos que, después de querer
prohibir nuestros crucifijos, quieren prohibir ¡hasta los
chiringuitos! ¿Cabe mayor degeneración y oscuridad que la
que supone privarnos del pescaíto a pie de playa, dejar en
la calle a miles de camareros, arruinar a las pequeñas
empresas y espantar al turistéo?.
Definitivamente y por mucho que altere la sangre la astenia
primaveral, lo que nos acelera y nos pone al borde de un
faratute es que, cuando lleguen los nuestros, van a tener
que gastarse un perraje en curas y en inciensos para limpiar
lo que estos han enfangado y dale que te pego con las
novenas y las invocaciones, Vírgenes para arriba, Santos
para abajo y ¡vengan misas! Para espantar el yuyu que nos
han metido. Así que, esperemos que, en estos días, al igual
que decimos lo de “la primavera la sangre altera” por
tradición, añadamos por convicción “… y el PP las elecciones
acelera”. ¡Toma ya!.
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