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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 19 DE MAYO DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Aróstegui y los desesperanzados
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

No quiero tener gente que siempre dice sí alrededor de mí. Quiero que todo el mundo me diga la verdad incluso si eso le cuesta trabajo. Lo dijo Samuel Goldwyn, a quien no he tenido el gusto de conocer.

Hay políticos a quienes gustan de que le regalen el oído a cada paso. Aunque no lo necesiten. Y esa manera de pensar termina convirtiéndolos en esclavos del halago hasta la náusea.

Hacerle el artículo a quienes mandan, porque sí, me parece que son ganas de provocar a los que no tienen donde caerse muerto. Los que mandan, además, han de procurar por todos los medios no despertar la ira de los más necesitados.

Los más necesitados están que se suben por las paredes. Y todos los días manifiestan su desesperanza en la calle. Dicen que la desesperanza es peor que la desesperación. Los desesperanzados, pues, no se cansan de ir de la Delegación del Gobierno al Ayuntamiento y viceversa. Y así llevan meses gritando sus reivindicaciones. Porque alguien les viene diciendo que los que resisten terminan ganando.

Ese alguien, sindicalista que se está dando pote de ser el padrecito de los pobres, se está aprovechando de las desgracias ajenas para que en las próximas elecciones los parados de religión musulmana voten a la coalición Caballas. Para conseguir el acta de concejal con la cual viene soñando desde hace varios años.

El sindicalista se llama Juan Luis Aróstegui. El cual carece de tirón en esta ciudad. Pero él, a pesar de saber que la gente lo detesta, no ceja en su empeño de hacerse notar. Y por más que uno haya dicho innumerables veces que Aróstegui es un impostor, con la cara más dura que el cemento, día llegará en que deba reconocerle el don de la insistencia.

Juan Luis Aróstegui ha conseguido comerle el coco a Mohamed Alí. De quien dicen en la calle que es un tonto que fue a la Universidad y que nos lo devolvieron siendo tonto pero instruido. Que es una situación más peligrosa si cabe. Aunque a mí me sigue pareciendo el líder de la UDCE un político más que aceptable. Por más que haya cometido el tremendo error de echarse en los brazos de un elemento que acabará traicionándolo.

Aun así, es decir, aunque MA haya perdido el oremus, también es cierto que en la calle se dice que se está haciendo necesario que el tal Aróstegui obtenga un escaño de concejal para que el temor cunda dentro del seno del Gobierno mayoritario de un PP que campa por sus respetos desde hace nueve años. Y uno, por más que no crea en ello, se ve obligado a airearlo en este espacio.

Lo cierto es que si Aróstegui sale elegido concejal, no cabe la menor duda de que nos tocará vivir situaciones en los plenos que harán las delicias de todos cuantos gustan de los enfrentamientos y de las escenas cómicas. Hará de filibustero, con la arrogancia que le caracteriza. Y no habrá fuerza humana capaz de soportar su verborrea. Será, sin duda, un tormento para el alcalde. Y, desde luego, los concejales que no tengan la conciencia tranquila deben ya irse preparando para soportar sus denuncias.

Ahora bien, dicho lo dicho, conviene reseñar que Mohamed Alí perderá el dominio de su partido y se verá relegado en los plenos a una labor secundaria. Porque Juan Luis Aróstegui llegará dispuesto a dar muestras de lo que es: un iluminado.
 

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