No quedaba completa, me parece a
mí, la apreciación, con sus correspondientes preguntas que
nos planteábamos hace muy pocos días, en esta misma columna,
sobre la falta de unidad sindical y lo que eso representa
para los trabajadores, a los que dicen representar.
Y en nuestra propia columna terminábamos con una afirmación
que alguien, desde algún sindicato, nos puede rebatir, pero
que es una realidad auténtica, el que la política y la vida
sindical son una mala compañía para emprender un viaje que
termine con éxito.
Con lo cual llegábamos, también, a una conclusión
irrebatible, la falta de independencia de los sindicatos, al
tener que depender, esta es la cuestión, del mundo de la
política: subvenciones o ayudas del tipo que sean, pero que
les dejan como deudores.
Esta doble apreciación nos tiene que llevar a una pregunta
más que no sé con qué ojos se verá desde el mundo sindical,
al preguntarnos si los sindicatos cuentan con el respaldo de
los trabajadores, en toda su extensión.
Creo que podrían contar, pero ya no cuentan, porque los
auténticos problemas, ni los sindicatos de clase, ni los
demás sindicatos, han sabido solucionar, y cada día que pasa
los solucionan menos.
Llevamos casi cuatro meses viendo, aquí en Ceuta, como una
serie de personas, todos los días, a media mañana, recorren
el trayecto que hay desde la Plaza de los Reyes a la Plaza
de África, o a la inversa y el problema que esas personas
tenían en febrero lo siguen teniendo hoy, con la
particularidad de que muchos, decepcionados por la falta de
operatividad, han dejado de salir ya, y el grupo está cada
vez más reducido
Y hay más, ahora, con la que está cayendo, con una coyuntura
complicada, de verdad, aparece el fantasma de una huelga
general. No lo entiendo y si en los sindicatos hay cordura,
podrían adoptar otro tipo de acciones, pero una huelga
general terminaría de romper las mínimas estructuras
viables, que ahora mismo están en pie. Eso, a mí me parece,
que sería algo incomprensible e inaceptable.
Si los sindicatos tuvieran credibilidad, la casi totalidad
de los trabajadores los tendrían en consideración y estarían
afiliados, pero ¿Se puede saber cuantos afiliados tiene hoy
cualquiera de los sindicatos de clase, en Ceuta?. Y he
citado los que “más bulto hacen”, con lo que queda claro que
al no tener afiliados que paguen sus cuotas, tienen que
depender de los políticos y con ello les tendrán que hacer
el “caldo gordo” en los momentos y en las circunstancias que
debieran estar apoyando a los trabajadores.
Llegamos, por tanto, a una situación que tendrá que darse,
pero sabiendo negociar, y no precisamente por una
gratificación, esto es, tal como están las cosas, un pacto
serio entre sindicatos y Gobierno sería el elemento básico
para ayudar a salir de la situación, sin que perdieran los
que trabajan o quieren trabajar.
Pero un pacto no implica ni una sumisión, ni recibir de
antemano una subvención, sino una negociación en algo que
repercuta, directamente, en la mejor situación del
trabajador, en su estabilidad y en la no pérdida de su poder
adquisitivo. Todo lo demás son simples falacias y propaganda
de papel mojado.
Llegados a esto, y sin ningún tipo de pudor, llega el
momento de una figura que aparece en los sindicatos y que
es, desde cualquier perspectiva que se mire, la tara
hereditaria y biológica que viene marcando el mundo
sindical, los liberados. De ellos hablaremos otro día.
|