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OPINIÓN - DOMINGO, 16 DE MAYO DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

La ventaja de tener suficientes años
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Cuando éramos adolescentes, íbamos al cine y, a la salida, nos poseía una cierta mímesis del héroe protagonista del filme: si era un duro, nos poníamos duros, si era un frívolo jugábamos a ser frívolos, y así sucesivamente, con la permeabilidad del que todavía no es nada, ni nadie. Hoy sabemos que seguimos sin ser nada ni nadie: la novedad está en saberlo. Saber que cualquier manera de ser es una pantomima.

Salvador Pániker se expresa así en su ‘Cuaderno Amarillo’, editado en el año 2000. Y dice más: “La ventaja de tener suficientes años es que uno puede instalarse en distintas etapas de su propia vida, sin reprimir ninguna”.

Dado que yo he cumplido ya suficientes años, lo mejor para mí sería instalarme en la etapa más cómoda de mi existencia. A verlas venir. A contar cuentos de tres al cuarto. A tratar de no perturbar la tranquilidad de quienes nos mandan. Que para eso estamos... Máxime cuando yo sé, desde hace ya mucho tiempo, que todo es una farsa. Y hasta tengo el gusto de conocer a más de un farsante.

Podría, si quisiera, trasladarme a la adolescencia y ponerme a frivolizar en este espacio todos los días y fiestas de guardar. Lo haría tras buscar con ahínco por todas las televisiones a mi héroe de la prensa rosa y procuraría imitarle de cabo a rabo. Y hasta estoy por asegurar que me ganaría una clientela de aquí te espero.

Ya me lo propusieron una vez en un medio. Pero rechacé esa actividad. Tal vez porque aún no quería admitir que cualquier forma de ser es una pantomima. Y, desde luego, porque todavía me faltaban bastantes años para darme el gustazo de instalarme en la etapa de mi propia vida que me diera la real gana.

Días atrás, me invitaron a una comida y hube de oír que hay políticos que dicen que voy de hombre duro. Cuando hace innumerables años que no veo películas en blanco y negro con actores que mataban en un santiamén. Tipo Richard Widmark, por ejemplo.

Pero esos mismos políticos que, cada dos por tres me pedían que le bajara los humos al fulano que está siempre de turno para buscarle las cosquillas al gobierno, ahora se lamentan continuamente de mis bruscas opiniones. Se ponen lloricas. Y hasta aprovechan cualquier momento blando de quien ellos saben para pedir que yo deje de imitar a Gary Cooper en ‘Solo ante el peligro’.

Y día llegará, pues quienes la siguen la consiguen, que se dé el caso que yo decida escribir todos los días del cuento del alfajor. Que me instale en esa edad donde las películas románticas me hacían pensar que todo el mundo era bueno. Y que al final triunfaba siempre el amor de la bella muchacha con el galán que a su paso cautivaba a la parroquia sin solución de continuidad.

Mas creo, tengo derecho a creerlo, que este espacio no aguantaría mucho tiempo sometido a que yo me recreara en la suerte de contar solamente las excelencias de quienes nos gobiernan. Y, aunque yo ganaría en tranquilidad y nadie me retiraría el saludo ni trataría de evitarme, doy por hecho que bajaríamos muchos enteros en otros aspectos. Y, sobre todo, los habría que empezarían a tomarse la revancha por Dios sabe qué parte...

En fin, que este escrito hay que entenderlo. Y si ustedes no lo entienden, la culpa es mía. Que a lo mejor me ha dado por instalarme ya definitivamente en la vejez. Y a otra cosa, mariposa.
 

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