Una buena ocasión para guardar un respetuoso silencio puede
ser cuando no hemos logrado un objetivo con la suficiencia
de no tener que recurrir a despistar al personal con datos,
actuaciones o logros que desvirtúen la realidad.
Esta costumbre es muy común en los políticos. Por ejemplo;
para Zapatero no había crisis hasta que no hemos estado en
un nivel casi irreversible. Y si no, que le pregunten a los
funcionarios que serán los primeros en pagar el pato (como
siempre). Ni paro, porque por cada mes que se agudizaba la
situación laboral del empleo en España, para él se estaba
tocando el listón máximo del desempleo. Ni que decir que al
siguiente mes el paro aumentaba hasta que se ha llegado a un
nivel penoso.
Algo parecido ha venido ocurriendo en el transcurrir de la
actual temporada para la A.D. Ceuta: La plantilla, a pesar
de la caída del nivel de la segunda división “B”, se
conformó a base de fichajes que, inicialmente, a los
aficionados les pareció una confianza excesiva en el míster,
a la hora de fichar. No iba a tardar mucho que el tiempo les
diera la razón. La gestión de Orúe terminó con la poca
confianza que la directiva le profesaba y fue cesado. Y a
rey muerto, rey puesto. Pastelero, en sus primeras
declaraciones, entiende que al equipo le falta confianza en
sí mismo y se pone manos a la obra, pero, ¡oh¡, sigue casi
idéntica trayectoria que su homónimo y, merced a los
resultados (que ni el mismo esperaba, de negativos, claro)
pide a la directiva un psicólogo que levante la moral. Pero
ni por esas. Los jugadores que llegaron en “invierno” no
superaban, ni en calidad, ni en conjunción a los que se
quedaron sin ficha. Se pierden partidos lamentables ante
rivales inferiores, en la teoría. Se levanta la sospecha
sobre algunos jugadores y sus “santificadas noches en el
cielo”. Se van perdiendo enteros, cara a los play-off y,
llega el Poli Ejido. Justo el equipo que iba a salvar, para
los directivos, la temporada. Porque, por una cosa o por
otra, iba a suponer un punto de inflexión: El de entrar
entre los cuatro que pudieran disputar la liguilla de
ascenso y el que, igualmente, le ha quitado ese honor, con
las mismas armas que el Ceuta utilizó para entrar en la
liguilla.
Por tanto, cuando se entiende que un Comité actúa
correctamente para darnos la razón, ¿por qué entender que
otro lo hace, injustamente, para quitárnosla?.
El Comité Superior de Disciplina Deportiva (CSDD) no ha sido
el que ha dejado al Ceuta fuera del play-off. No vale que no
se diga la verdad, porque la memoria juega malas pasadas y
cuando llega el momento se desvía la atención, culpando a
quien no se debe culpar. Debemos, de vez en cuando, mirarnos
el ombligo y recapacitar que hemos hecho mal, antes de
distraer la atención de una mala planificación.
Y lo peor de todo es que cundía el mayor desánimo, entre los
aficionados, sobre el papel a desarrollar por el Ceuta en
“la liguilla”, porque se suponía que, podría sonar la flauta
pero, en condiciones normales, cualquier rival que nos
tocara nos iba a mojar la oreja. ¿Falta de confianza o
cualidad para entender que todo se ha hecho a base de
trompicones?.
El Ceuta nos duele, pero hay que reconocer que las cosas no
se han hecho bien, un año más. Y nadie quiere entender
aquello de “Zapatero a tus zapatos”. ¡¡Vaya, otra vez
Zapatero!!
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