Antonio Moreno Hurtado, que el martes desveló en el ‘Hotel
Tryp’ las claves del conflicto de España con Odyssey por la
fragata ‘Nuestra Señora de las Mercedes’, ha traído también
a Ceuta un “regalo” extra: la vida del militar ceutí Don
Diego de Peñalosa, mariscal de campo y gobernador de La
Habana y de Veracruz que se distinguió en su época por
llevar una existencia austera con el objetivo de fundar
obras para los pobres y que llegó a liberar a sus esclavos,
algo no muy común en su tiempo.
El ‘Hotel Tryp’ acogió el martes una ponencia que, con un
gran éxito de público, se prolongó varias horas con el
doctor en Filosofía y Letras e Historia y cronista del
municipio cordobés de Cabra, Antonio Moreno Hurtado, a la
cabeza.
Este experto analizó para los ceutíes las claves del pleito
que el Gobierno español mantuvo con los tribunales
estadounidenses por los derechos sobre el pecio de la
fragata de guerra ‘Nuestra Señora de las Mercedes’ con
Odyssey, la empresa que encontró el botín en el Estrecho en
el año 2007. Sin embargo, también se trajo “como regalo para
Ceuta” una exposición sobre la figura del “poco conocido
militar ceutí” Don Diego de Peñalosa. Antonio Moreno Hurtado
nos ha desvelado, directamente de los “más de mil folios”
del Archivo General de Indias de Sevilla, los secretos de la
vida de este personaje ilustre y “solidario” de la ciudad.
Don Diego de Peñalosa
Don Diego de Peñalosa nació en Ceuta hacia 1690, hijo de un
padre militar que procedía del pueblo malagueño de Setenil
de las Bodegas y hermano de tres militares y tres hermanas
de las cuales dos se casaron con militares.
Mariscal de campo, llegó a Cuba en 1737, en donde llegó a
ser el gobernador de La Habana para, más tarde, serlo de
Veracruz.
Don Diego de Peñalosa fue un hombre “tremendamente solidario
que siempre estuvo comprometido con ayudar a los demás” y
que, para ello, llevó una vida sin lujos con el objetivo de
fundar obras para los pobres como fue la Antigua y Real Casa
de la Misericordia de Ceuta, a la que dedicó la mayor parte
de sus ahorros tras ocuparse de una de sus hermanas,
soltera. Además, ordenó que, al final de su vida, liberasen
a sus dos esclavos tras su breve paso por un convento: todo
ello en una época en la que “era frecuente venderlos a otra
persona”.
Don Diego de Peñalosa murió en alta mar dirigiéndose, ya
jubilado, hacia Cádiz. “Animo a los ceutíes a investigar y
conocer la vida de este destacado militar del que no han
quedado retratos”, recomienda Antonio Moreno Hurtado.
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