Una encuesta, publicada hace pocos
días, daba por hecho que Juan Vivas volvería a ganar
las elecciones con absoluta facilidad. Sin despeinarse. Y
los ciudadanos recibieron la noticia como si tal cosa.
Porque están convencidos de que será así. Puesto que el
presidente cuenta con la confianza de una mayoría que está
caída de boca por él.
Muchas veces me he preguntado dónde radica la fuerza de Juan
Vivas para convencer a tanta gente de que es la persona más
válida para dirigir los destinos de la ciudad. Y debo decir
que, por más que me precie de conocerle, aún no he
conseguido averiguar cuáles son las extraordinarias
cualidades que le adornan para haberse convertido en el
político más importante de la historia de esta tierra. Y en
el hombre a quien los ceutíes dicen tenerle más ley.
Sí, como lo oyen ustedes, Vivas se siente mimado en todos
los sentidos. Y ayer, comparándole con Iker Casillas,
lo que quería decir del presidente es que al haberse
convertido en un mito goza de la misma suerte que el portero
madridista: a quien siempre le destacarán los aciertos y
jamás le reconocerán los fallos. Debido a que los mitos, por
serlo, nunca yerran.
No obstante, a pesar de estar tan protegido por sus
conciudadanos, bien haría el presidente de la Ciudad en no
descuidarse lo más mínimo. Y, por supuesto, debería mirar a
su alrededor con el fin de que ningún judas tenga la menor
posibilidad de mancharle su trayectoria política, tenida,
hasta ahora, por inmaculada.
En esa mirada que le reclamamos al presidente de la Ciudad
(para que, de una vez por todas, se cerciore de quienes se
están aprovechando de su confianza y propenden a meterse en
tejemanejes despreciables, para enriquecerse), conviene que
en cuanto descubra lo que debe descubrir, no dude a la hora
de cortar de raíz la mala yerba.
Por cierto, a la par que me ponen al tanto de actuaciones de
algunos cargos que bien podrían figurar como trabajos
destacados de patio de Monipodio, se me celebra el buen
hacer de otros. Por ejemplo: Guillermo Martínez Arcas,
consejero de Economía y Empleo de Ceuta, se ha labrado fama
de ser honrado a carta cabal. De no dejarse tentar por
quienes tratan por todos los medios de regalarle el oído con
sabrosas proposiciones que a buen seguro, de aceptarlas,
ensancharían sus bolsillos.
Y uno, que nunca ha tenido la oportunidad de hacerle el
artículo al tal Martínez, decide aprovechar la ocasión para
propalarlo. Aunque al tal Martínez, por su timidez, le
cueste trabajo dar hasta los buenos días cuando le
corresponde darlos. Pero eso es ya harina de otro costal.
Por consiguiente, a mí me parece muy bien que Juan Vivas
siga gobernando la ciudad con la autoridad que otorga la
mayoría de votos. La que volverá a obtener en las próximas
elecciones. Ahora bien, precisamente por esa autoridad que
le confiere la enorme confianza que el pueblo depositará en
él, está obligado a mejorar la imagen del gobierno en todos
los sentidos.
Y, desde luego, habrá tiempo para recordarle también al
presidente las razones que existen para que la Asociación
Deportiva Ceuta sea regida por personas con aptitudes
suficientes como para no hacer ridículos tan espantosos como
se han venido haciendo. O sea.
|