Están locos estos catalanes, piensa una parte del
profesorado ceutí, seguramente la que ayer no fue a Centro
de Profesores y Recursos (CPR) a escuchar a Ramón Flecha,
catedrático de Sociología de la Universidad de Barcelona y
‘padre’ del movimiento de las Comunidades de Aprendizaje, y
a Sandra Racionero, quizá su discípula más aventajada,
doctoranda en la Universidad de Wisconsin-Madison, primera
del ranking en Psicología de la Educación, hablar de otras
formas y otros modos de enseñar, barrer excusas de claustro,
invitar a quitarse de encima el ‘efecto Pigmalión’ y ponerse
a soñar, a buscar metas más allá de la certeza de lo que
está conquistado.
Ambos tienen un nexo común, el Centro de Investigación en
Teorías y Prácticas que superan desigualdades (CREA, del que
el primero fue director hasta 2006 y del que la segunda es
investigadora actualmente. Y, por supuesto, las Comunidades
de Aprendizaje, una metodología de organización y trabajo
que pasa por la “transformación social y cultural” del
centro educativo en cuestión. Su filosofía nace de teorías y
prácticas reconocidas por la comunidad científica y responde
de forma igualitaria “a los retos y necesidades que se
plantean a las personas y colectivos en todas las demás
transformaciones sociales que se están produciendo en la
sociedad actual”.
“No hablamos de ocurrencias, sino de evidencias; no lo
hacemos de acciones sino de resultados”, advirtió ayer
Flecha a su auditorio, que al salir a los pasillos describía
como “impactante” su charla.
En ella disertó una hora y media sobre las pruebas que le
respaldan, sobre la espectacular mejora de su éxito
académico que alcanzan los alumnos de los centros que se
suman a una red, la del CREA, que ya une a casi noventa en
toda España. Lo prueba la Evaluación General de Diagnóstico
del Ministerio.
Y es que para Flecha lo más importante, la razón que explica
por qué hay más o menos fracaso escolar no está tanto en
argumentos sociales, lingüísticos o económicos sino en
naufragios pedagógicos. Desde su punto de vista el sistema
educativo español está cada vez peor pese al dinero
invertido porque las actuaciones educativas de éxito, los
grupos interactivos, la formación de familiares, la lectura
dialógica... no germinan como deberían, ni siquiera por
separado, porque Flecha, que compara lo suyo con la
Medicina, asegura que tampoco es imprescindible echar a
andar todo a la vez. Poco a poco, cada receta da también su
resultado y además los demás se contagian.
Tampoco es muy promiscuo el sueño que invitó a perseguir a
todos los centros: “Desear y luchar para que esté al alcance
de todos el aprendizaje que queremos para nuestros hijos”.
De la filosofía del que hoy ejerce como investigador
principal del único Proyecto Integrado del ámbito de
ciencias humanas, educativas y sociales que se dirige desde
España dentro del Programa Marco de Investigación Europea
los asistentes al curso del CPR pasaron a la perspectiva,
más práctica, de Sandra Racionero, que habló de ‘El
aprendizaje dialógico en la sociedad de la información’.
Para ella la Educación, para ser efectiva, debe mirar más
allá del alumno para llegar a su contexto social siempre de
la mano del diálogo, un entorno en el que la fuerza está en
el argumento y no en el cargo y donde la solidaridad florece
más fácilmente en beneficio de todos.
Hoy Núria Marín, directora del CEIP Mare de Déu de
Montserrat explicará cómo ha puesto en práctica desde 2001 y
lo bien que ha funcionado en su colegio.
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