Fechas atrás, y motivado por una
celebración, se me presentó la oportunidad de hablar a
solas, durante equis minutos, con el Delegado del Gobierno.
Después de haber estado bastante tiempo sin decirnos ni pío.
Durante ese tiempo, en el cual yo no tuve la oportunidad de
coincidir con José Fernández Chacón, caí en la cuenta, una
vez más, de que uno no debe defender a nadie a ultranza. Por
más que en mi defensa pudiera alegar que los delegados del
Gobierno en esta ciudad han sido siempre vistos como
virreyes a los que hay que maltratar por sistema. Actitud a
la que siempre me seguiré oponiendo.
Mi distanciamiento con Fernández Chacón se fue haciendo cada
vez mayor a medida que pasaban los días de un tiempo en el
cual se sucedían situaciones que solían causarme cierto
desagrado. Aunque me guardé muy bien de hacer patente mi
disgusto con comentarios que hubieran propiciado una
enemistad que no venía a cuento con una persona a la que
aprecio, sólo y exclusivamente, por su forma de ser.
Mentiría, eso sí, si no dijera que estuve tentado de decirle
cuatro cosas al Delegado del Gobierno. Pero supe contenerme.
Una contención que llegó a través del reconocimiento a una
labor extraordinaria realizada por un hombre que ha sabido
entregarse de lleno a la tarea de favorecer a esta ciudad.
Ese contar hasta diez, antes de mostrarle mi disgusto al
Delegado del Gobierno, por nimiedades personales, fue una
decisión acertada. Y que me permite ahora escribir sobre él,
haciéndole el artículo merecido en tiempos difíciles.
Conviene recordar, y así se lo hice saber al delegado cuando
tuvimos la ocasión de conversar en la nueva sede de la
Seguridad Social, semanas atrás, que el GIL triunfó en esta
ciudad porque el gobierno de José María Aznar se había
olvidado de atender a las necesidades de Ceuta. Olvido grave
en todos los sentidos. Porque ni siquiera el gobierno de
España podía alegar una decadencia económica como la que
viene imperando desde hace bastantes meses.
Es justo decir que José Fernández Chacón ha dado muestras
evidentes de querer lo mejor para esta ciudad. Ha sabido
moverse en Madrid para que las inversiones en Ceuta se fuera
produciendo sin pensar en que todo ello terminaría
repercutiendo favorablemente en el partido adversario. En él
ha primado, sin ninguna duda, la necesidad de atender al
bien general por encima del bien partidista. Lo cual no deja
de ser un comportamiento merecedor de loas.
Un proceder que muchos socialistas no han entendido. Y, por
tanto, en cuanto pueden muestran su disconformidad con el
compañero de partido. Aunque, todo hay que decirlo, al final
del debate se vean obligados a reconocer la enorme gestión
que está haciendo José Fernández Chacón en Ceuta.
Pero, al margen de los socialistas, es Juan Vivas quien más
agradecido debe estar al Delegado del Gobierno. Porque,
aunque el PP ganara las elecciones generales, difícilmente
iba Juan Vivas a gozar de la oportunidad de compartir tareas
con una persona tan entregada a esta tierra. Y, desde luego,
tan carente de envidia como para no mosquearse con la
popularidad de un presidente de la Ciudad a quien le apuntan
todos los éxitos y, sin embargo, no le cuentan los fracasos.
Calcado a Casillas.
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