‘El derecho a la memoria: la herencia de la España de las
Tres Culturas [cristianos, judíos y musulmanes]’ es el
título del último número de la revista universitaria
‘Horizontes Magrebíes’, presentado recientemente en
Marrakech y Toluousse y que incluye dos artículos dedicados
a la convivencia y al mapa lingüístico de las dos ciudades
autónomas.
Alicia Fernández García, bajo el título ‘Enfoque
socio-histórico de las Tres Culturas Ibéricas a través del
prisma del mosaico socio-cultural de Melilla’, y Verónica
Rivera Reyes, que firma ‘Las relaciones entre las
comunidades cristiana, musulmana y hebrea en Ceuta’, han
sido las autoras que han permitido sumar a las dos ciudades
autónomas al último número de la revista universitaria
francófona ‘Horizontes Magrebíes’, que dedica su último
número al tema ‘El derecho a la memoria: la hrerencia de la
España de las Tres Culturas’.
En el volumen, que acaba de ser presentado en Marruecos y
Francia, ambas aportan sus respectivas visiones de la
realidad local en el capítulo dedicado a ‘La historia
cultural en el presente: cohabitación, mestizajes y
memorias’.
En su texto, Fernández García argumenta que “Melilla no sólo
constituye una frontera, sino también un espacio de
interacción, de circulación y de recomposición de las
identidades culturales y lingüísticas” y aunque advierte de
que “la mezcla cultural no es ni la norma ni una seña de
identidad de las familias melillenses” sí destaca que la
ciudad hermana “a pesar de las dificultades, constituye un
lugar de diálogo real, un cruce, un espacio donde los
intercambios culturales se dan como elemento de fuerza
mayor, casi naturalmente, debido a una situación
sociohistórica peculiar”.
“Es en este sentido”, apunta la autora, “en el que Melilla
es, indudablemente, una ciudad heredera y contemporánea, a
la vez, de la España de las ‘tres culturas ibéricas’ con
todas las contradicciones que ello implica. La reactivación
del mito neoandaluz de ‘cohabitación pacífica’ muestra tanto
una realidad como una necesidad en Melilla, con el fin de
garantizar la persistencia de las relaciones interculturales
emblemáticas”.
Rivera Reyes realiza un “breve recorrido histórico” por
Ceuta como ejemplo de territorio en el que todavía es
posible “hablar de ‘presencia histórica’ –documentada desde
hace, al menos, un siglo y medio- de las comunidades
cristiana, judía y musulmana”.
Centrándose en el mestizaje cultural y lingüístico, su
especialidad, la autora llama la atención sobre la
“heterogeneidad lingüística” de la ciudad en época medieval,
con una población cristiana variada, una población hebrea y
otra árabe que hicieron necesaria la existencia de una
lengua de intercambio, una lengua vehicular, “la cual es muy
probable que fuera el árabe dialectal debido a su prestigio
social, una situación heredada de la sociedad andalusí del
otro lado del Estrecho”, refiere.
En la actualidad, sin embargo, explica que “puede afirmarse
que la situación lingüística que se vive en Ceuta es de
bilingüismo con doble diglosia, en ambos casos, con el árabe
dialectal ceutí como lengua débil” frente al árabe clásico y
al castellano, idioma oficial.
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