A estas alturas podemos afirmar, sin ningún género de dudas,
que en el colectivo de cazadores de Ceuta existen graves
diferencias entre sí. Para tratar de entender qué sucede,
tendríamos que introducir una perspectiva lo menos
interesada posible, además de algunos elementos de valor que
aporten cierta luz.
Para empezar, tendríamos que preguntarnos por qué están
divididos ¿cuál es la causa? Bien, todo apunta a que el
origen se produce tras la más que dudosa y actualmente en
vías de pleito, entrada en vigor de la zona controlada de
caza en nuestra ciudad, que da plenos poderes a la sociedad
de cazadores de Ceuta, presidida por Antonio López.
En la nueva y discutida situación que se crea, se producen
varios hechos destacables: el primero es que un deportista
cazador comienza a tener que pagar por la práctica de este
deporte, -aparte de su seguro de responsabilidad civil,
licencia de caza y licencia federativa-, la nada
despreciable cantidad de 300 euros, si quiere cazar en
alguna zona del campo ceutí. Naturalmente, muchos de los
aficionados de nuestra ciudad no pueden pagar y otros se
niegan a aceptar tamaño disparate. Lo segundo es que el
sistema implantado por el presidente, Antonio López, tiene
más que ver con un coto privado, tal como dice el señor
Jiménez, delegado en Ceuta de Sociedad Española de
Ornitología (SEO), con lo que, “en teoría”, es la gestión de
una zona controlada de caza. A eso le añadimos que la figura
del tal Antonio, que hace y deshace sin encomendarse a
nadie, nos recuerda a la de un caporal...
Pero, además, el tal Antonio ya ha tenido sus rifirrafes;
vamos, que suelta la mano con facilidad, por lo que ha
terminado en los juzgados de nuestra ciudad por agresión.
Vamos, que el chico es un poco ligero de gatillo, nunca
mejor dicho.
Se ha hablado y mucho de la procedencia de las sueltas de
los animales y no sé qué más sobre otro tema de piensos,
asuntos que tendrá perfectamente justificados el Sr.
Antonio, como debe ser.
Por abundar aún más en este asunto de cazadores, el
presidente de la Asociación de Cazadores de Ceuta, el tal
Antonio, en una ciudad de diez mil parados, se trae a dos
profesionales de la Península, que son los que están
facultados para cuidar este tipo de explotaciones, cotos
incluidos. No quiero ni pensar, que ante tal panorama,
reciba un céntimo de dinero público, o sea, cuidado la
Ciudad Autónoma con este asunto, no vaya a haber sorpresas.
Y casi por último, decir que este asunto entre cazadores ha
terminado con una escisión de la mencionada sociedad y, por
lo tanto, el nacimiento de otra que para nada podría
practicar el deporte de la caza en Ceuta, por la
exclusividad que le da la ley de caza a la sociedad que
dirige el tal don Antonio.
Mientras tanto, la nueva sociedad, recogiendo las protestas
de los que se han rebelado ante la situación que se ha
creado, pretende devolver las cosas a su estado original,
contar con el asesoramiento y la colaboración del señor
Jiménez, aunque no tenga una licenciatura.
Para finalizar, decir que, al abogado de la nueva sociedad
que ha iniciado el pleito, no se le ha facilitado ninguna de
la documentación requerida por dicha parte; luego entonces,
¿cómo hay que interpretar esto? ¿es que la Ciudad Autónoma
no tiene documentación que aportar? ¿acaso oculta algo?
¿quieren que desistan, o hay gato encerrado? Aunque…gato
encerrado no. Quedan pocos porque, según las malas lenguas
ya no hay gatos apenas, de ahí vendría el dinerito, vía
taloncitos.
A todo esto, el tal don Antonio... ¿Por qué se aferra al
sillón de la presidencia? ¿Acaso tiene mucho que perder?
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