Si hay algo que no soporto, en el
mundo del espectáculo al que he dedicado parte de mí vida,
son las mamarrachadas y el apoyo que prestan los horteras y
el marujeo, a aquellos personajillos populacheros, que no
populares, en cuantos actos intervienen ya sean las
tertulias de las “telmierdas” o concursos para mostrar su
habilidades.
El pasado martes sentí vergüenza ajena al comprobar, una vez
más, como la que peor baila en este concurso, Belén Esteban,
era salvada por los horteras que la votan, aunque sus
actuaciones, en cada baile que interpreta, sean como la de
un pingüino bailando un tango.
Mientras conseguía esos votos necesarios para continuar en
el concurso, se marchaba de “El Sevilla”, que a la pata coja
y con los ojos cerrados baila mucho mejor que la señora cuyo
todo mérito para ser populachera, que no popular, consiste
en haber tenido una hija con un torero y llevar casi once
años contándonos, siempre, la misma historia, de lo malo que
es le torero y que por su hija MA – TA.
Si esta señora en vez de tener la hija con el torero la
hubiese tenido con Paquito el peón de albañil, a estas horas
no la conocen ni en su casa a la hora de comer. Pero las
“telemierdas” encontraron en ella un filón inagotable para
conseguir audiencia y crearon ese producto, ofreciéndolo a
este país de pandereta, de horteras y analfabetos, a la que
llamaron “madre coraje”. ¡Toma del frasco, Carrasco!.
Un producto al que explotarán al máximo, hasta que llegue el
momento, que llegará, que el producto ya deje de ser
interesante y, entonces, empezará su decadencia y, por
supuesto, dejará de ser “madre coraje”. Una “madre coraje”
que ya no interesará a nadie porque su historia, tantas
veces repetidas, ha dejado de interesar al telespectador y
ya deja de tener audiencia.
Que nadie ponga en duda, que con el apoyo de “su programa” y
sus horteras incondicionales, ganará el concurso de “MQB” en
el que está participando aunque, insistimos, cuando baila,
como se dice en las películas: “todo parecido con la
realidad es pura o mera coincidencia”
La señora que se ha creído que es alguien con el suficiente
poder para estar por encima del bien y del mal se permite,
en un alarde de egolatría sin limite, corregir al jurado del
concurso, entre el aplauso de sus horteras incondicionales.
Llega incluso a menospreciar los consejos que les dan, qué
sabe el jurado más que ella en esto de bailar, aunque
algunos de sus participantes sean profesionales del baile.
¡Señores a ver si se van enterando, están ustedes poniendo
en solfa la actuación de la nueva “Paulova” del siglo XXI!.
Por cierto, “madre coraje” es una señora que se quedo viuda
con veintiséis años, con tres hijos y partiéndose el alma a
trabajar, los ha sacado adelante, dándole carrera
universitaria a los tres. Todo esto sin recibir 2.000 mil
euros mensuales para manutención alguna, puesto que el
marido y padre de sus hijos había fallecido. Y los horteras
te llaman “madre coraje” ¡Anda ya!.
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