En diversas colaboraciones hemos
comentado los enfrentamientos entre Zapatero y Rajoy como si
de un combate de boxeo se tratara, y así relacionamos las
“esquivas, fintas, amagos y golpes de izquierda del “Bamby
de la Moncloa” con las combinaciones de uppercuts, ganchos y
crochets de derecha del “Aspirante Genovés”. Pero en esta
ocasión, dado el resultado del enfrentamiento, tendríamos
que compararlos con un partido de balón-mano y en este
deporte, créanme ustedes, estamos poco duchos y solo podemos
asemejarlo por lo que al resultado nos parece. Y así, en el
último debate en el que se produjo la comparecencia del
gobierno en el Congreso de los Diputados pudimos ver y oír
como el equipo de Mariano Rajoy (Cospedal, Pons, Saenz de
Santamaría, etc. sometía un severo castigo (dialéctico por
supuesto) a su oponente (De la Vega, Salgado –hubo de ser
asistida para recuperarle el habla-, Pérez Rubalcaba, etc.),
aun cuando en este caso nos vamos ocupar únicamente de la
actuación de los dos “capitanes” de equipo: el Presidente
del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy
Brey. Y si no, veamos parte del desarrollo del debate con
Rajoy al ataque: “el déficit de caja ha aumentado un treinta
y siete por ciento, como consecuencia y mas desconfianza en
la deuda española; ayer el Banco Centro Europeo dijo que
España era, junto con Irlanda y Grecia, ejemplo de deterioro
fiscal; ayer la bolsa bajó cuatro puntos; ayer conocimos que
el superávit de la seguridad social se redujo un veintisiete
por ciento; por primera vez en la historia el número de
parados de mas de cuarenta y cinco años supera un millón; la
destrucción de puestos de trabajos al día superan los dos
mil ochocientos; el Fondo Monetario Internacional ha dicho
que España no crecerá del dos por ciento hasta el año 2016;
el déficit de Caja ha aumentado, según la Intervención
General del Estado, un 37 %; el déficit de Contabilidad
Nacional se ha incrementado en un 15 %” y, el golpe mas
fuerte, todo un derechazo por la escuadra que provoca a
Zapatero un rictus transitorio en el rostro que manifiesta
su bajo estado de ánimo, cuando le espeta “usted ha dicho
mentira en esta Cámara porque no dice la verdad cuando habla
de déficit público”. Y abundando en su “arremetida” Mariano
Rajoy le presenta batalla de nuevo con palabras del
presidente como aquellas de que “el termómetro para medir la
eficacia de unas medidas económicas es la creación de
empleo”, con lo cual “las suyas son lisa y llanamente una
catástrofe”. Ayer dijo usted en el Senado “que el paro había
tocado techo, usted ha tocado suelo en su credibilidad y en
su capacidad para afrontar la crisis económica que padece el
país”.
Ante tal andanada de ataques, el guardameta del gobierno
lanza al campo del contrincante algunos saques para
ahuyentar al contrario, que traducidos a acciones del
ejecutivo podemos citar los de que “la venta de automóviles
ha aumentado un 45 %, el suministro de fluido eléctrico
también ha crecido o que la Seguridad Social ha registrado
aumento de afiliaciones. O sea, como si dijéramos parches
para encubrir la goleada que estaba recibiendo. Y es que,
señores, pensamos que para remediar esto no solo puede
llevarse a cabo con soluciones tan fáciles como el que pone
una farmacia al lado de un ambulatorio, un puesto de compra
de objetos de oro junto a una sala de bingo o una funeraria
cerca del hospital. Estos ejemplos no valen, porque lo que
se necesita es la adopción de otra clase de medidas más
enérgicas e, inclusive, impopulares, como la reforma laboral
sentando a los agentes sociales y empresariales para
legislar nuevas normas de contratación; fomentar el ahorro,
la supresión de ministerios, ídem de asesores, la contención
del gasto público y el incremento de las exportaciones, por
citar algunas acciones y todo ello, claro está, sin tocar
las pensiones, ni bajar el sueldo de los funcionarios, ni
otras prestaciones sociales que ya se disfrutan. El
enfrentamiento Zapatero-Rajoy así lo ha puesto de manifiesto
y como resultado, al igual que en los partidos de
balón-mano, se ha dado la goleada de catorce/cuatro.
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