Lo conozco desde hace muchos años.
Los suficientes para saber de qué va y cómo hay que
tratarlo. Hubo un tiempo en el cual venía a mí buscando
ayuda para mantener su puesto en la televisión pública.
Porque se sentía perseguido por quien siempre ha mandado en
esa televisión.
Jamás me fié de José Manuel Domínguez. Le consideraba
un hombre voluble y que andaba sumido en un mar de dudas.
Al cabo del tiempo, y después de que JMD anduviera por otros
andurriales, me lo encontré nuevamente situado en un puesto
preferente de los que suele conceder el Gobierno de la
Ciudad a personas manejables. Y tampoco me supo mal. Puesto
que pienso que todo el mundo tiene derecho a ganarse la vida
aunque sea haciendo labores de zapa.
Días atrás coincidimos en la imposición de una medalla y lo
vi disfrutando de lo lindo del momento que estaba viviendo.
Hablaba sin parar ante los guardaespaldas de Vivas. Y hasta
le reí las gracias.
Luego, cuando me tocó escribir, no tuve el menor
inconveniente en destacar su actuación. Porque nunca he
sentido aversión por quienes gustan de lo que gustan y
sanseacabó. Así que no tuve el menor inconveniente en
escribir bien de José Manuel Domínguez. Y destaqué su
postura. Incluso le hice el artículo de la amistad. Y hasta
dejé constancia de cierta afinidad con el.
Pero hete aquí que días después, me encuentro a un conocido
que me refresca la memoria. Va y me dice que cómo es posible
que yo trate tan bien a un tipo que ha sido el mayor
instigador contra mi persona no hace mucho. Y me deja sumido
en una mar de confusiones.
-No sé de qué me estás hablando, le digo.
-Lo cual demuestra que tú careces de esa información que te
suelen adjudicar.
-Explícate...
-Mira, Manolo, el jefe de gabinete de prensa, JMD, ha
sido el mayor enemigo que tú has ha tenido siempre. Él se
encargaba de decirles a quienes no te pueden ver que había
que arremeter contra ti porque eras un tipo que te
distinguías por tu homofobia. Y hablaba peste de tus
comportamientos.
-¿Por qué...?
-Quizá porque estaba mandado por alguien cuyo nombre voy a
decirte pero que te pido encarecidamente que tú no nombres.
Tras esta confesión, obtenida la semana pasada, he procurado
por medios adecuados saber más del asunto. Y me han
informado perfectamente de que José Manuel Domínguez no es
trigo limpio. Que el jefe de gabinete de prensa de la Ciudad
juega sucio. Que no tiene el menor inconveniente en contar
todas las mentiras posibles si con ellas consigue ganarse la
confianza de quienes mandan.
Resumiendo: que la próxima vez que José Manuel Domínguez
coincida conmigo en cualquier acontecimiento y se me
acerque, no tendré el menor inconveniente en mandarle a
freír espárragos. Es lo menos que puedo hacer.
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