Pero no antes de cazarlo, para
evitar que a uno le suceda lo que le pasó el miércoles al
Barça frente al Inter en la Champions.
En todos los ambientes de la vida hay que tratar de ser
comedidos y no devaluar al contrario y tratar de mofarse de
él.
Esto, precisamente, es lo que se ha hecho, con arrogancia y
prepotencia desde Barcelona, primero con el Inter y muy
especialmente con su entrenador, Mouriño, al que
sarcásticamente siguen llamando traductor.
Traductor es una profesión honrosa que además implica el
conocimiento de más de una lengua, y por si esto no fuera
suficiente esa palabra termina en “or” lo mismo que
entrenador, pues bien, como traductor, no lo olvidemos,
Mouriño hizo buenos servicios al Barcelona, cobrando
naturalmente, en tanto que como entrenador les pone al borde
de un ataque de nervios y les ha roto el “pasodoble” de
venir al Bernabeu a profanar un lugar de prestigio. ¡¡Otra
vez será!!, porque con las cosas seria no se puede jugar.
Tras la eliminación del Barcelona, en esta edición de la
Champions, se ha puesto en claro la catetez de ciertas
personas, al haber dejado palmariamente plasmado que si uno
sabe ganar eso es importante, pero que saber perder lo es
más, porque saber perder y saber ganar lo hacen los señores,
saber ganar únicamente lo saben hacer los que quieren ser
señores, aunque difícilmente lo van a lograr ser.
Y en época de crisis no podían venirle al club azulgrana
unas pérdidas mayores, ellos que “adoran” tanto el dinero,
con lo que agencias de viajes, empresas de autobuses y toda
la parafernalia de venta de bufandas y equipaciones “culés”
han quedado, de momento, estancadas. Otra crisis más.
Aquí lo que se ha puesto de manifiesto, si es que no se
había puesto ya antes, es que los trofeos hay que
celebrarlos una vez conseguidos y si no se logran lo,
auténticamente, deportivo es felicitar al adversario y
desearle suerte. Eso lo desconoció el Barça.
El Barcelona ha mostrado, ha dejado en claro, la idea de lo
que no es la competición limpia, con la puesta en
funcionamiento de los aspersores, mientras el vencedor, el
Inter de Milán saludaba a su afición. Otro tanto de falta de
saber perder lo tuvo el cancerbero catalán en su ida, no de
buenas maneras, hacia el entrenador portugués.
Un equipo es grande con los triunfos y cuando sabe digerir
las derrotas. El Barcelona que llevaba un año “fuera del
mundo terrenal” ha vuelto a pisar la tierra pero se ha
“embarrado” al poner en funcionamiento los aspersores a
destiempo.
El sábado 22 de mayo, en el Santiago Bernabeu habrá un
equipo ganador de esta Champions, el público italiano, el
alemán y el español, de los que no reniegan de su país ni de
su bandera, aplaudirán al vencedor y a partir de ahí
comienza un nuevo ciclo con la preparación de la siguiente.
El Madrid, todavía, pase lo que pase en esa final, seguirá
siendo, a años luz, el que más trofeos de este tipo ha
levantado, los otros, incluido el Barcelona, que tampoco
levantará éste, tardarán en llegar a tener un día 9, cosa
que eso no lo vamos a ver los que vivimos ahora, y mucho
menos en la década que estamos.
Queda claro, pues, que aquellos que decían: ¡¡Sí, sí, sí,
nos vamos a Madrid!!, ahora van a tener que oír con
resignación: ¡¡Ja, ja, ja, el Barça no vendrá!!. Ahora la
UEFA que suele ser dura en las sanciones no creo que deje
pasar por alto lo de los aspersores.
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