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cultura - VIERNES, 30 DE ABRIL DE 2010


carmen roche impartiendo clases. e.t.

entrevista / Carmen Roche, directora del Ballet
 

«Me gusta que mis obras
tengan una moraleja»

La directora del ballet que llega esta noche a
Ceuta, Carmen Roche, cuenta su experiencia en el mundo del espectáculo, en el que comenzó a los 6 años de la mano de la Compañía de Antonio y Maurice Béjart
 

CEUTA
Irina Jiménez

ceuta
@elpueblodeceuta.com

El Ballet de Carmen Roche hace escala esta noche, a las 20:30 horas, en el auditorio Siete Colinas para presentar su nueva obra ‘La Bella Durmiente, sueña’, un espectáculo familiar inspirado en el cuento de ‘La Bella Durmiente del Bosque’ de Charles Perrault donde habitan hadas, príncipes y princesas tejiendo mil y una fantasías. Sin embargo, cada vez que la compañía aborda uno de estos títulos, sus personajes no están pasivos ante lo que les acontece, sino que participan activamente modificando la historia. De esta manera, los espectadores se encontrarán con una Aurora japonesa que sueña y lucha por convertir sus ilusiones en realidad. La directora aborda temas que siempre dejan una buena moraleja.

Pregunta.- ¿Cómo fueron los comienzos artísticos de Carmen Roche?

Respuesta.- Empecé a muy temprana edad, con tan sólo 6 años con la maestra María en mi Zaragoza natal, aunque profesionalmente fue a los 13 años, formando parte del Ballet de Antonio como solista. En 1968 pasé a formar parte del Ballet ‘Siglo XX’ de Maurice Béjart.

P.- ¿Siempre contó con el apoyo de su familia?

R.- Siempre lo he tenido, he contado con unos padres fantásticos. Ellos no se movían en este mundillo, pero me consta que si hubieran podido se hubieran dedicado también al mundo del espectáculo. Mi padre tenía una voz preciosa, que ha heredado mi hijo Víctor, y a mi madre siempre le ha gustado la farándula. Han sido siempre muy bailones.

P.- Al iniciarse en la danza a tan temprana edad. ¿Pudo compaginar la infancia con el trabajo?

R.- Sí, la verdad es que sí. A formarme profesionalmente comencé a los 9 años, así que mientras tanto viví como cualquier otro niño, jugando en la calle y feliz. Durante los veranos me marchaba al pueblo con mi abuela y lo pasaba genial. Se puede decir que he disfrutado bastante. Luego, cuando tuve 13 años se acabó todo, el trabajo me ocupaba prácticamente todo el tiempo. Además, cuando llegaba el verano me marchaba a Francia o Dinamarca a seguir estudiando con grandes maestros.

P.- ¿Cómo afronta una niña de 13 años la profesionalidad y el éxito?

R.- La verdad es que no fue fácil, mi maestro, Antonio, me dijo que me cortara las coletas y que comenzara a ponerme medias, para así parecer más mayor. Antonio fue mi tutor durante todos esos años para que yo pudiera trabajar. Desde luego, eran otros años. Si esto hubiera pasado ahora nos hubieran denunciado.

P.- ¿Cuál es el secreto para dirigir a tantos artistas? ¿Qué metodología sigue?

R.- Me dejo llevar mucho por la intuición, desde siempre. No soy una persona que premedite las cosas. Naturalmente, una vez que he dejado actuar a la intuición, pienso las cosas y las determino. Pero, sobre todo, me dejo llevar por la intuición, he vivido toda la vida así. Unas veces me han salido las cosas bien, y o tras no tan bien, pero he aprendido de todo lo que no me ha salido bien, sobre la marcha.

P.- ¿Tiene algún referente en el mundo de la danza?

R.- Claro, he tenido a los mejores maestros. Además, he vivido la época más gloriosa de estos, tanto de Antonio como de Maurice Béjart. Lo que todos me han enseñado es que el trabajo siempre acaba por recompensar. Me he dado cuenta que ha habido gente con más o menos talento, pero siempre que han trabajado han conseguido todo lo que se han propuesto. Aunque, bueno, esa filosofía no sólo me la han inculcado los maestros, ya mi madre, desde que era pequeña, me lo decía.

P.- Después de tantos años de trabajo, ¿siente que le queda algo por hacer en este ámbito?

R.- Por supuesto, yo estoy llena de ilusiones. Ahora voy a empezar a dirigir una escuela de artes escénicas y tengo una ilusión tremenda, casi no duermo por las noches. Tengo la suerte de ser una persona que se ilusiona con todo, con las pequeñas cosas. Al fin y al cabo es lo más importante, es lo que me hace seguir. Ya voy viendo a mis amigas, un poco más tristonas, sin demasiada ilusión y eso se nota muchísimo. Es una suerte nacer con un carácter positivo.

P.- ¿Cuándo se fundó y de cuántas personas se compone su compañía de ballet?

R.- La fundamos hace 11 años. Son 14 bailarines, porque siempre hay reemplazantes. Hay niños que terminan la escuela y siempre colaboran y pasan a hacer prácticas escénicas con la compañía. Ahora, en Ceuta, tenemos que coger a niños del Conservatorio, porque serán ellos los que harán las prácticas.

P.- ¿En qué se diferencian la Compañía de Carmen Roche, el Conservatorio de Danza Scaena en Madrid, y la Escuela Municipal de Danza de Oleiros?

R.- En este caso las dirijo todas yo. La escuela de Oleiros es para niños más bien pequeñitos. Luego, según lo dotados que estén pasan a Madrid o a otras escuelas. La escuela de Scaena es conservatorio, en ella tenemos las 3 carreras, los niños se pueden graduar aquí, estudiando danza contemporánea, clásica y española. Luego está la rama de musicales, que la dirige mi hijo Víctor Ullate, en la que estudian los niños adolescentes, a partir de 16 años. Aunque también hay niños más mayores.

P.- ¿Considera que hay talento en los bailarines españoles?

R.- Muchísimo. En su momento, el ‘New York Times’ dijo que actualmente España tiene las mejores escuelas de danza del mundo, que los mejores bailarines y los que mejor preparados salen son los nuestros. Es todo un orgullo que esto sea así. Del extranjero vienen muchísimo a estudiar con nosotros. Tengo la escuela llena de estudiantes de otros países.

P.- ¿Cuál diría que es el mayor reconocimiento para un artista?

R.- El mayor reconocimiento para una pedagoga es ver a mis alumnos en el escenario y que te emocionen. Lo más importante es que los alumnos lleven una trayectoria extraordinaria y que todo el cariño, amor y sabiduría que se ha invertido se vea recompensado y de sus frutos.

P.- Después de trabajar con tantas personas, ¿Es capaz de reconocer a los bailarines que han pasado por sus manos?

R.- Sí, absolutamente. No sólo lo noto yo. La gente, cuando los ve actuar, saben que son alumnos míos. Creo que se les nota en el cuidado y el empeño que ponen en trabajar la parte superior del cuerpo, que es la más difícil. Enseñar la colocación de la cabeza, los brazos y las manos es lo más complicado, y es algo en lo que yo incido muchísimo. Así que, probablemente, esa sea la característica que marca a mis alumnos y que los hace identificables.

P.- ¿Se ha visto obligada a abandonar la cotidianidad de su vida por el baile?

R.- Sí, reconozco que en algunos momentos he abandonado un poco a mis hijos. Recuerdo que un día me alarmé bastante, cuando mi hijo mayor me pidió que dijera a mis alumnos que ese día tenía que descansar del trabajo para dedicárselo a ellos. Ese día reflexioné y me di cuenta de que los tenía bastante abandonados. Hay veces que mis hijos han dormido encima del escenario, con una toalla echada por encima. Ya desde pequeños sabían que dos metros antes de salir al escenario tenían que parar. Se puede decir que lo han mamado. Mi hijo mayor es director técnico de la compañía de su padre, Víctor Ullate, y mi hijo Víctor tiene una carrera muy brillante en el mundo del espectáculo. Son buenísimas personas, es lo que más destaco de ellos.

P.- ¿En qué se basa la obra ‘La Bella Durmiente, sueña’?

R.- No es para nada la historia tradicional. Es una historia que ha inventado la coreógrafa, Marta García. Se trata de una niña que estudia danza y que quiere pasar audiciones. Está en su habitación con su ordenador y ve que la Compañía de Carmen Roche presenta una audición para la obra de ‘La Bella Durmiente’. En ese momento, ella coge un avión, porque es japonesa, y aterriza en Madrid, que es donde empieza toda la trama. Luego, el coreógrafo se convierte en príncipe, la maestra se vuelve bruja y su madre hada madrina.

P.- ¿Cuánto tiempo dedica al ensayo diariamente un bailarín?

R.- Por lo menos tenemos que trabajar, con el calentamiento y demás, unas 6 horas. Unas veces más, otras menos, pero el esfuerzo es muy importante. Yo ya he bailado todo lo que tenía que bailar y ya no bailo más que sevillanas de vez en cuando. Con 70 años ya no estoy para muchos trotes. Cuando pienso en ponerme las puntas otra vez me da la impresión de que tendrían que llevarme al hospital.

P.- ¿Cuánto tiempo le queda de gira a ‘La Bella Durmiente, sueña’?

R.- Ya estamos terminando. Después de la actuación en Ceuta, tenemos un espectáculo más en Madrid. En primavera cumpliremos con 7 actuaciones y terminamos la gira.

P.- ¿Cuál será el próximo proyecto en el que se vea embarcada?

R.- El próximo proyecto es muy interesante y versará sobre ‘La Niña Farola’. Es una historia que ha inventado la coreógrafa Amaia Galeote. Versa sobre una niña que vive pegada a su ordenador, dentro de su habitación, sin salir a la calle. Por circunstancias de la vida, la niña toma contacto con la realidad en un parte y empieza a descubrir otra vida. Me gustan mucho las historias que mandan mensajes a los niños, siempre con moraleja.

P.- ¿Cuáles son sus recomendaciones para los jóvenes ceutíes que quieran dedicarse profesionalmente al mundo de la danza?

R.- Que busquen una escuela de alto rendimiento, que estudien mucho y se preparen muy bien. Esta profesión hay que amarla y trabajar mucho.
 

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